Una vez más surge el dilema entre “ética” y “competencia” (para no utilizar la palabra deporte). En este caso y tal como abordara meses atrás, me pude percatar que se estaba llegando coincidencialmente a un punto en el que una vez más este fenómeno iba a llegar a las páginas de la prensa especializada. La española Edurne Pasaban lograba su duodécimo “ochomil” (El Kangchenjunga) y se perfilaba para el momento como la primera mujer con mayor probabilidad de lograr escalar los “14 ochomiles” en el mundo, sin embargo y de manera lógica no podíamos dejar atrás a la austríaca Gerlinde Kaltenbrunner y la italiana Nives Meroi quienes tienen todos sus ochomiles escalados sin oxígeno. La austriaca quiere escalar los dos que le quedan, K2 y Everest, sin él. A Nives le faltan el Kangchenjunga, Makalu y Annapurna.
Tal como me lo había podido imaginar y a pesar de que ellas hablaran de “un proyecto personal alejado de la rivalidad, de la competición“, nos encontramos en las páginas de los medios que, con la aparición de dos nuevas "contendientes” la Coreanas Oh Eun-Sun y Go Mi-Sun, que haciendo gala de todos los artificios de la tecnología moderna han logrado "escalar" en un tiempo verdaderamente inusitado 11 de las montañas más altas del mundo sin preocuparse mucho por "el como". Esto naturalmente a disgusto de los más "puristas" que comienza a sacar “los trapitos al aire” y a hacerse un planteamiento sobre lo que es o no valido en la escalada a las montañas más altas del planeta.
Edurne Pasaban |
Naturalmente y en este orden de ideas, no se puede dejar de mencionar a Gerlinde Kaltenbrunner, quien en 2011, después de su ascenso al K2 se convierte en la primera mujer en haber escalado todos los 14 ochomiles sin asistencia de oxigeno artificial.
Nirmal Purja |