Tomando en cuenta que los fenómenos meteorológicos presentes en las alturas (mayores a los 2.800 msm) tienen una influencia directa sobre el individuo que, ajeno a este ambiente, se dispone a realizar ejercicios físicos de mediana o alta magnitud (este es el caso del montañista), es importante puntualizar que después de considerables experiencias de carácter médico-deportivo, se han logrado precisar elementos que de una u otra forma permiten optimizar el proceso de "ACLIMATACIÓN" y "ADAPTACIÓN" a la altura. Tendremos en cuenta al primer proceso como una serie de cambios y respuestas transitorias por las que pasa el cuerpo antes de lograr cambios más definitivos y fisiológicos que le permitan lograr permanecer de una forma permanente o prolongada en la altura como es el caso de los Sherpas y otras etnias en el Himalaya y muchos de los nativos que habitan a lo largo de la cordillera Andina.
La mejor y tal vez única medicina para el
"mal de altura" es bajar.
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Si observamos los resultados de
rendimiento físico en las competencias olímpicas de "fondo" realizadas
en Ciudad de Méjico (altura moderada de 2.240 msm) en el año de 1968, podemos notar que estos
tuvieron un descenso de un 5 a 10 % de los estándares para la época. Las causas de esta
disminución en el rendimiento físico del deportista, aún hoy en día no están muy claras,
sin embargo se habla de factores como la disminución de la presión arterial,
vasoconstricción pulmonar, etc... . En este sentido lo que sí se puede concluir es que hay una evidente
disminución del consumo máximo de Oxigeno a nivel corporal (VO2 máx.), y es
precisamente mediante este factor que podemos medir el rendimiento físico de una
persona, por ejemplo, un montañista a una altura de +/- 4.800msm. (Pico Humboldt, Mont Blanc)
no conserva más que el 70 % de la capacidad física que dispone a nivel del mar. En la
cima del Everest (8.848 msm), esta capacidad se ve reducida a solamente el 20 %, cantidad
apenas suficiente para caminar a un ritmo muy lento.
Es aquí precisamente donde mejor
encaja la propuesta de que la buena condición física (léase como una mayor
capacidad para consumir el Oxígeno) es un elemento indispensable a la hora de
practicar la "Alta Montaña". En este sentido, gracias a la cantidad de experiencias que en
la actualidad existen con respecto a las permanencias de expediciones a grandes alturas,
he podido observar directamente con las visitas que anualmente he estado realizando a
zonas de "Alta Montaña" (Himalaya y Andes), en compañía de montañistas
"élite", y diferentes grupos de personas (con condiciones físicas
entre Regular y Muy Buena), que siguiendo algunas normas sencillas, en los
grupos no se han presentado síntomas graves de
(AMS/ Mal Agudo de Montaña).
NORMAS DE "ORO" PARA
UNA BUENA ACLIMATACIÓN
.- Una buena condición física es
un elemento importante, que hay que tener en cuenta a la hora de
visitar la "Alta Montaña"... ¿ Y por qué no al practicar el montanismo en general?
Relaciones entre "Presión de Atmosférica" y "Volumen de
Oxígeno atmosférico" referidas a la altura .
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.- Los ascensos en alturas
mayores a 3.000 msm deben realizarse de forma pausada tratando de que los
cambios de niveles (para campamento o pernocta) no sean mayores a los 400 m diarios.
.- No permanecer mucho tiempo en
alturas superiores a los 5.500 msm.
.- La utilización de algunos
fármacos, bajo supervisión médica, es recomendada (DIAMOX /Acetasolamida,
y analgésicos). y algún analgésico para eliminar o disminuir los acostumbrados
dolores de cabeza de la altura.
Tenemos que partir de una
premisa, el AMS (mal agudo de montaña) no es en
principio una enfermedad como
tal, se trata de una señal de alarma que nos indica que el
cuerpo no posee condiciones
elementales de funcionamiento, obligándonos así a tomar
medidas. En caso contrario, el
AMS si puede transformarse en un proceso patológico en el
que los peligros más importantes
son los edemas (cerebral y/o pulmonar). La experiencia
nos indica que ninguna persona
esta realmente exenta de padecer AMS, sin embargo,
quiero insistir en las ventajas
de poseer una buena condición física y llevar un proceso de
aclimatación progresivo,
especialmente cuando se trata de alturas superiores a los 5.500
m. Es importante tener en cuenta,
que como en toda enfermedad, el mejor preventivo es
eliminar la causa que la produce,
en este sentido, la mejor y tal vez única medicina para el
"mal de altura" es bajar,
es decir descender a alturas preferiblemente inferiores a los
3.500 m, en la mayoría de los
casos este suele ser un remedio sorprendente e infalible.
Experiencias con el Diamox (acetasolamida)
Desde
que en 1991 participara en la primera expedición venezolana al Himalaya, cuyo
objetivo fue escalar el pico Pumori, el uso del Diamox (nombre comercial que el
laboratorio Lederle da a la Acetasolamida) comenzó a ser familiar para mi,
especialmente porque debido a la cantidad de personas con las que suelo visitar
zonas de alta montaña, la recomendación de su uso, para mi ya se ha hecho
costumbre. En este sentido, he podido observar, no puedo negar que “hasta con
cierto asombro”, la mayoría de los que lo han tomado (para no decir todos) han
eliminado los incómodos efectos del “Mal Agudo de Montaña” y sus peligrosas
consecuencias. A continuación quiero hacerles llegar una explicación técnica
sobre lo que es el Diamox ya que debido a ser un diurético, la mayoría de los
médicos no relaciona su uso con la práctica deportiva y menos aún si se trata de
“montañismo”, por lo cual se sienten extrañados cuando les consultamos sobre
sus beneficios en esta actividad, si este es el caso, les sugiero hacerles leer
estas notas del doctor Armando Subero (Director médico de las expediciones
Pumori 91 y Ama Dablam 93) publicadas en el folleto “Diversitas” # 2 de
diciembre de 1995:
“ La alcalósis respiratoria
producida por la hiperventilación, conducía a un mecanismo compensador,
eliminando bicarbonato por el riñón, para compensar la disminución de ácido
producida por la perdida de CO2.
La
Acetazolamida es una inhibidora de la anhidrasa carbónica, enzima encargada de
liberar CO2 del tejido, que al inhibirse engaña al centro respiratorio,
simulando un exceso de CO2 y mejorando la oxigenación como el equilibrio
ácido-base a través del riñón. Los resultados publicados, señalan un beneficio
importante con el uso de la Acetazolamida en la altura. Obteniéndose niveles
arteriales de oxigeno superiores en un 20% en los sujetos que la ingieren,
llegándose a decir que su uso equivaldría a bajar la altura del Everest en un
20%. Los resultados también indican, que la Acetazolamida no solo reduce los
síntomas del EAM (Enfermedad Aguda de Montaña), sino que incrementa en altitud
la capacidad de ejercicio y reduce la perdida muscular en grandes alturas.
Su
utilidad se manifiesta tanto, en la prevención como en el tratamiento; la dosis
recomendada es de 250 mg. dos veces al día, comenzando 24 horas antes de llegar
a los 3.000m, manteniéndola hasta considerarse aclimatado en la mayor altura, o
al descender a alturas menores a los 3.000m. En caso de síntomas de EAM se
aumenta la dosis hasta 500 mg. tres veces al día. Sus efectos secundarios se
limitan a “hormigueo” en la punta de los dedos, nariz, labios, orejas, etc...,
que ceden a los pocos días”.
Como una observación, es importante
mencionar que el DIAMOX (En Venezuela vendido comercialmente con el nombre de ACETAB), como todo diurético, y aunque este sea de acción
moderada, produce un aumento en la perdida de liquido a nivel corporal
(deshidratación), por lo que es conveniente aumentar la ingesta de sales
minerales bien sea a través del aumento en la cantidad de bebidas o alimentos
ricos en sodio y potasio.