domingo, 15 de diciembre de 2013
domingo, 6 de octubre de 2013
De los Andes al Himalaya
A partir del 9 de octubre, Nepal nos recibe con su magia y sus
montañas, esta oportunidad es especial por la particularidad de ser un equipo
compuesto en su gran mayoría por montañistas merideños, liderados por Arístides
Moreno, el grupo también está conformado por
Daniel Moreno, Yovanny Gil, Juan Ygnacio Gil, Wilmer Rodriguez, todos
ellos de Mérida, de Caracas Daniel Mora Sotomayor y por Ecuador, Rafael
Cáceres, Agradeciéndoles a todos ellos de antemano, el privilegio de poderles
acompañar en la parte organizativa de esta expedición, la cual les invitamos a
seguir a través de este “Blog” y del ubicador satelital SPOT que amablemente me
ha facilitado mi gran amigo, el Sr. Guillermo Garróz Bermudez, esto a través
del “link”:
Los mantendremos informados a Través de comentarios, anécdotas y
hermosas fotos de los lugares que vayamos visitando y naturalmente
informándoles los logros de esta expedición.
Esperamos que nos acompañen con sus comentarios y buenos deseos
para que estas cumbres sean de todos.
Finalmente algo de “descanso”, una buena ducha de agua tibia, buena comida y una CAMA, fueron el regalo que nos deparó esta parada en Delhi… una efímera estancia caracterizada por la constante lluvia que desde la madrugada bañaba las caóticas calles de la ciudad, sin embargo esto no varió en nada nuestro compromiso de encontrarnos con nuestra realidad, teníamos que continuar el viaje hacia Nepal y tomar el vuelo que nos habría de trasladar hasta Kathmandú, no sin antes superar todas las “triquiñuelas” para entrar al aeropuerto que sirve a esta de Delhi y tomar nuestro siguiente vuelo. Primero la policía, que difícil hacerle entender a uno de estos individuos que hoy día los boletos electrónicos se manejan a través de una computadora. Bueno, a fin de cuentas para un venezolano NADA ES DIFÍCIL, o mejor dicho “imposible”. Si esto fue difícil, imagínense lo complicado de que una aerolínea pueda entender como nos presentábamos a su “counter” sin equipaje y hacerles entender que nuestro equipaje se los “debiera” haber entregado Lufthansa para así completar su destino en Nepal, bueno “que importa”, a fin de cuentas aquí lo único que funciona es el tema del “Karma”, así que a esperar que este tema se resuelva de la manera más afortunada (Karmática) para nosotros, por ahora, sentado en mi habitación del “Kathmandú Guest House”, tres maletas se encuentran en el “limbo” aeroportuario del mundo asiático. Sin embargo, henos aquí, después de innumerables horas de viaje, de tantas ilususiones, sueños y esfuerzos en Kathmandú, lugar multifacético en el que todos hemos soñado alguna vez y para los que, enamorados de las montañas, siempre hemos tenido en nuestros corazones hurgar sus intrincadas calles y saborear sus exóticos rincones en busca del “Nirvana” que todos llevamos dentro.
De los Andes al Himalaya
Lobuche
East – Inja Tse
El inevitable trasnocho hacia pesado los
pasos en los pasillos del Aeropuerto Internacional Simón Bolívar, suele suceder
siempre la noche antes de salir de expedición, especialmente cuando las expectativas
llenan la mente. A pesar de todo, una rebosante alegría llenaba los rostros de
cada uno de los 8 integrantes del grupo. La puerta 23 ya se encontraba
abarrotada de gente que, hechizada bajo el aroma del chocolate y el café de los
negocios cercanos, aguardaban el momento del abordaje al margen del tiempo que
pasaba en la sala de espera,
Una vez ubicados todos en nuestros
respectivos asientos el vuelo inició su larga travesía hacia nuestro destino
final, no sin antes detenernos en las 2 escalas casi obligatorias para llegar
al al “otro lado del mundo”… Frankfurt y Delhi. Una docena de pesadas maletas
nos acompañaban en este viaje, algunas de ellas llenas de exquisiteces que
arrancaban gustosos sabores de nuestra tierra. Harina “PAN”, café criollo,
algunos quesos y hasta bien enlatadas botellas de esxquisito rón son parte
importante de este equipaje que será un elemento fundamental en el logro de las
metas que nos hemos propuesto en el Himalaya.
Después de casi 10 horas de vuelo,
Frankfurt no dejó de ser un punto para estirar las piernas después de la larga
escala, en el que un moderno aeropuerto nos permitiría pasar hacia otro mundo
misterioso al Oriente del globo terráqueo. Tres horas de escala que pasaron
casi desapercibidas, nos encontraron caminando por los congestionados pasillos
del aeropuerto para abordar nuestro siguiente vuelo hacia la capital de la
India… Delhi. En el avión ya se podía percibir ese misterioso aire que
escondido entre barbas, turbantes y saris nos indicaba sin lugar a dudas que no
nos habíamos equivocado de vuelo. En el avión, una película tras otra iban
colmando las horas sin detenerse a pensar quienes eran los ocupantes de ese
vuelo hacia tierras lejanas. Comida, licores, y la atención de aeromozas de un
perfecto estilo europeo intentaban hacer pasar las horas mñas confortablemente,
sin embargo, para nosotros ya las horas habían pasado a tener una nueva dimensión. Hoy era ayer, o
tal vez mañana sería hoy… esa extraña sensación que atraviesa lo “ridículo”,
llenaba nuestro cansado cuerpo, que bajo el entumecedor sopor del cansancio nos
encontraba atravesando los largos pasillos del aeropuerto Indira Ghandi en
Delhi. El misterio de la India, siempre te acompaña al entrar a este populoso
país, para nosotros los misterios estaban acompañados de 2 cosas fundamentales,
que haríamos con nuestro equipaje, que a pesar de estar “chequeado” hasta
Kathmandú, debería cambiar de “manos” a través de una nueva operadora aérea, y
además de esto, Rafael Cáceres “Chapico”, el integrante número 8 del equipo, al
no conseguir en su país el visado de la India, debería permanecer en el
aeropuerto por más de medio día, “entendiéndose” con una cultura tan divergente
como la de la India.
Finalmente algo de “descanso”, una buena ducha de agua tibia, buena comida y una CAMA, fueron el regalo que nos deparó esta parada en Delhi… una efímera estancia caracterizada por la constante lluvia que desde la madrugada bañaba las caóticas calles de la ciudad, sin embargo esto no varió en nada nuestro compromiso de encontrarnos con nuestra realidad, teníamos que continuar el viaje hacia Nepal y tomar el vuelo que nos habría de trasladar hasta Kathmandú, no sin antes superar todas las “triquiñuelas” para entrar al aeropuerto que sirve a esta de Delhi y tomar nuestro siguiente vuelo. Primero la policía, que difícil hacerle entender a uno de estos individuos que hoy día los boletos electrónicos se manejan a través de una computadora. Bueno, a fin de cuentas para un venezolano NADA ES DIFÍCIL, o mejor dicho “imposible”. Si esto fue difícil, imagínense lo complicado de que una aerolínea pueda entender como nos presentábamos a su “counter” sin equipaje y hacerles entender que nuestro equipaje se los “debiera” haber entregado Lufthansa para así completar su destino en Nepal, bueno “que importa”, a fin de cuentas aquí lo único que funciona es el tema del “Karma”, así que a esperar que este tema se resuelva de la manera más afortunada (Karmática) para nosotros, por ahora, sentado en mi habitación del “Kathmandú Guest House”, tres maletas se encuentran en el “limbo” aeroportuario del mundo asiático. Sin embargo, henos aquí, después de innumerables horas de viaje, de tantas ilususiones, sueños y esfuerzos en Kathmandú, lugar multifacético en el que todos hemos soñado alguna vez y para los que, enamorados de las montañas, siempre hemos tenido en nuestros corazones hurgar sus intrincadas calles y saborear sus exóticos rincones en busca del “Nirvana” que todos llevamos dentro.
Entre
compras y visitas, entre ellas “algunas” al aeropuerto (en la búsqueda de las
maletas perdidas), han pasado dos días, hoy en esta madrugada del día 14,
escuchando la música de mi Ipod y mezclado al mejor estilo de un DJ
profesional, la lluvia llena el silencio y la oscuridad de esta noche en la que
ya el cansancio normal antes de nuestra salida hacia la montaña, nos hace más
taciturnos y la cama acaricia nuestros pensamientos y movimientos, como invitándonos
a sumirnos en ese sopor placentero de los sueños, sin embargo hago este último
esfuerzo para saludar a lo lejos este relato en el que vale destacar… La
aparición de TODO nuestro equipaje, tal vez la visita al templo de “Swayambhunat”
surtió efecto al encontrarnos y participar en una pequeña ceremonia con el “Tulku”
Tashi Rimpoche, en el que algunas recomendaciones y buenos augurios (Apoyados
por algunas llamadas telefónicas de Aristides) fueron la antesala de la
aparición de las últimas dos maletas que se encontraban extraviadas.
Si, estamos listos. Si el clima lo
permite, y las oraciones de los lamas surten el efecto esperado, mañana salimos
en el vuelo hacia el pequeño aeropuerto de “Lukla” y finalmente nuestras botas
besaran el suelo del Himalaya y los equipos, comprados con tanto esmero, podrán
darle forma a este lejano sueño que para muchos de nuestro grupo finalmente
está en los albores de convertirse en realidad.
Día 15 de Octubre del 2013 6:30
am… Una situación digna del mejor festival de teatro que cualquiera pudiera
imaginar. Como sonido de fondo, se mezclaba la voz ensordecedora de cientos de
personas nerviosas que no saben que está sucediendo en el recinto y los
detectores de metal enloquecidos que no dejaban de pitar ante la marejada de
personas que los atravesaban. Las palomas cruzaban el recinto volando a su
libre albedrío acostumbradas a este caos “ordenado” que se repite día tras día
sin que nadie haga algo para evitarlo… es parte de la “diversión”.
9:36 am… Entramos en la fase de “espera”,
la incertidumbre llena nuestras mentes que se agolpan alrededor del equipaje,
en espera de que algo suceda. Nadie sabe hacia dónde va cada grupo, pero todos
queremos ir a algún lado, sin embargo, el tiempo pasa. Dos alemanas juegan “cartas”
a mis espaldas y a la izquierda un grupo de chinos se deleitan con uno de sus “extraños”
juegos (naturalmente con “palitos”), rodeados por unos cuantos curiosos que
tratan de indagar la mecánica del mismo. Llamadas telefónicas van y vienen en
todo el recinto, las miradas van de un lado al otro tratando de buscar un rumbo…
una señal.
10:07am Fase de espera… en todo el recinto,
entre los pocos asientos que dispone el asinado espacio, duermen varios de los
agotados pasajeros, no más de los que hacen otro tanto en el piso.
11:11am La incertidumbre comienza a despertar
junto al anuncio casi indescifrable de los parlantes, anunciando la cancelación
de todos los vuelos hacia “Phokara”, por suerte esta ciudad se encuentra en el
lado opuesto al que vamos, sin embargo, la incertidumbre siempre trae dudas…
confusión, y en esto, los venezolanos somos maestros. El aeropuerto comenzó a
convertirse en una especie de colmena en la que todos se movían de un lado a
otro. Nuestra decisión… “el helicóptero”, a pesar de que esto aumentaría
considerablemente el monto presupuestado para este traslado.
15:00 Después de algunas maniobras casi
indescriptibles parte del equipo y la carga se encontraba volando hacia “Lukla”
y minutos después los restantes integrantes estabamos en el vuelo 235 de “Tara
Air” con el mismo destino para finalmente a las 4:00pm, a pesar de cualquier
pronóstico, estábamos reunidos en “Lukla”… inicio de lo que para nosotros era
la “esencia” de lo que veníamos a hacer: estar en contacto directo con estas
montañas y con su cultura tan especial, que siempre ha atraído a millones de
personas a sus senderos, cumbres y pueblos, cambiando sus vidas para siempre.
3:00 de la tarde del día 17 de octubre en el “Café de 8.8482”, ya estamos en “Namche Bazar”, 3.400m en nuestra ruta de aclimatación, ya las conversaciones giran alrededor de temas relacionados a montañas. Muchos “trekkers” y expedicionarios se han retirado de las montañas motivado a las nevadas intensas que han vestido de blanco el “Khumbu”.
3:00 de la tarde del día 17 de octubre en el “Café de 8.8482”, ya estamos en “Namche Bazar”, 3.400m en nuestra ruta de aclimatación, ya las conversaciones giran alrededor de temas relacionados a montañas. Muchos “trekkers” y expedicionarios se han retirado de las montañas motivado a las nevadas intensas que han vestido de blanco el “Khumbu”.
Ayer 16 dormimos en “Mondjo”, un
placentero lugar a la entrada del Parque Nacional “Sagarmatha”, donde aparte
del aroma del té con leche, mantequilla y sal (Tsampa), se mezclaba con un
intenso perfume de café criollo de la “Fundación Proyecto Alcatraz” y el profundo
sabor del ron “1796” de Santa Teresa, transformaron la noche en una verdadera fiesta
de venezolanos.
Hoy 17 la cosa ha cambiado, en Namche
Bazar, a pesar del mal tiempo, nos encontramos llenos de alegría, las mismas
que nos transmiten todas las elevadas montañas que nos rodean… “Kantega”, “Kongdhori”,
“Thamo” incluyendo nuestro primer contacto visual con la “Diosa Madre de la
Tierra”, Chomolugma… el Everest.
18/10/2913…
Ver el Everest (Sagarmatha) es entrar un mundo donde la dimensión del cielo
cambia de forma, color y contenido. Su luz llena de sueños la imaginación y es
como colocar un hermoso collar en el cuello de la mujer amada, haciendo
resaltar sus labios, brillar sus ojos y llenar de alegría su sonrisa.
La nieve, que fue un verdadero problema
para la gente que se encontraba en las montañas, para nosotros ha mostrado un
paisaje verdaderamente espectacular, donde el horizonte se viste de blanco
dándole poco acostumbrado para estas fechas.
Después de subir entre pinares y la
majestuosa vista hacia el cañón del río “Duth Khosi”, llegamos a la meseta en
la que se levanta el templo budista de “Thyangboche”, en el que bajo la mirada
celosa de 2 parejas de águilas y un primer contacto con un grupo de lamas que
se encontraban en los aposentos del templo, el “Rimpoche” (Abad mayor del
lugar) nos recibió con un sencillo pero emotivo acto en el que bajo sus
bendiciones continuamos el camino hacia nuestro objetivo final del día…
“Pangboche”.
Atravesar el bosque de rododendros que
rodea el camino hacia “Pangboche” es despertar los recuerdos de tantos pasos
recorridos por estas montañas, se trata de un lugar donde la paz llena el
corazón del caminante, donde, entre el follaje aparecen como duendes los
“dheer” (ciervos almizcleros) y detrás de cada roca las “Dakhinis”, deidades
protectoras” te acompañan de la mano enseñándote el camino correcto. Ayer 17 de
octubre se cumplieron 20 años de nuestro primer ascenso al “Ama Dablan” y los
recuerdos de nuestra estancia en este lugar llenaron de nudos mi garganta, una
nueva oportunidad de pisar este follaje me llena de alegría y permite revivir
tantos hermosos momentos vividos.
Uno de los puentes que cruzaba el río
“Duth Khosi” había caído al perder la base
de sustento rocoso en uno de sus extremos, lo que nos obligó a bajar al río y
atravesarlo por un puente provisional de madera construido al viejo estilo
nepalés. Al pasar las “estúpas” y el “Ghat” de entrada al pueblo, las luces de
las ventanas de las posadas nos indicaban nuestra llegada a “Pangboche”, y
luego de los innumerables saludos a los antiguos amigos del sector, nuestro
grupo se diluyó entre los asistentes del salón riendo entre comentarios y risas
sobre lo acontecido durante esta enriquecedora jornada.
Lentamente
el día le dio paso a la noche y el “Ama Dablam” (madre de gran corazón)
tímidamente nos daba la bienvenida entre un suave manto de nubes.
Los
mantras llenaron la estancia y convirtieron nuestro día de descanso en
“Pangboche” en un momento muy especial. El “Lama Geshe” llevaba a cabo todo
tipo de ceremoniales, arrojando arroz al aire y quemando en su incensario todo
tipo de hierbas para que los Budhas nos acompañaran en nuestras escaladas y el
buen retorno a nuestros hogares, insistiendo en la importancia que tenemos como
seres humanos y la necesidad de comenzar con cambios internos para poder
generar así cambios en nuestros entornos. Cerramos la ceremonia con el recitar
algunos mantras para el bienestar de Venezuela y, con toda la espiritualidad
del momento, comenzamos el regreso hacia la posada y sumirnos cada uno en sus
propios pensamientos, que se generaron en las horas pasadas.
A
partir del 20 de octubre la tónica cambió, los 4.000m se sentían a cada paso.
Nuestra llegada a “Dingboche” nos mostraba en realidad la intensidad de la
nevada de los últimos días. A los lados de nuestra posada las montañas se
levantaban haciéndonos sentir inmensamente pequeños. El frío nos hacia
reunirnos desde temprano en el comedor transformándolo en una pequeña Babel en
la que personas provenientes de los más diversos lugares del planeta
conversaban en diferentes idiomas temas relacionados al mismo tópico… las
montañas.
Hoy
21, todo ha cambiado, estamos a 4.800m, inmersos en un mundo blanco en el que
los caminos se inundaban con el deshielo formando un liquido achocolatado que
nos obligaba a movernos de un lado a otro tratando de evitar humedecer el
interior de las botas. Ahora en una de las “peores” posadas de “Lobuche” la
alegría venezolana contagiaba todo el ambiente con música, café y risas que
convierte este gélido y oscuro ambiente en algo muy llevadero y agradable.
Todo
el mar de gente que hemos encontrado en el camino confluye en un solo lugar, en
el que 5 posadas deben dar alojamiento y comida a un volumen incomprensible de
personas venidas de los más diversos lugares del mundo.
Hoy
22 de octubre nos encontramos en el “Lodge” (posada) “Snow Land”, a 5.100m de
altura compartiendo en el comedor con aproximadamente 160 persona… Un
espectáculo variopinto en el que todos los colores de la “paleta” de un pintor
se mezclan en la variada vestimenta de los presentes que sería suficiente para
dotar a todos los montañistas venezolanos. Nuestro siguiente objetivo, remontar
un promontorio rocoso llamado… “Kala Pathar”, para desde allí poder observar
uno de los espectáculos más bellos del mundo, el momento en el que el sol da el
último beso a la tierra, en el punto más alto del planeta… El Everest
(Sagarmatha), el cual enrojece su rostro bajo la mirada atónita de todos los
presentes, que nos apresuramos a tomar las últimas fotos bajo el gélido
ambiente que ha quedado luego de la retirada del sol, a los 5.600m de este
lugar.
Ya
entrada la noche, encontramos en el descenso lo que lógicamente no puede faltar
en un ambiente en el cual, la imprudencia de los visitantes es una variable que
comúnmente se puede observar entre el volumen tal alto de visitantes. Una
persona con las fuerzas colapsadas y una lesión en uno de los pies, tuvo la
fortuna de encontrarse con nuestro grupo, que diligentemente lo traslado hasta
la seguridad de la posada.
Como
último día de nuestra aclimatación, hoy 23 de octubre hemos ido a visitar el “Campo
Base del Everest”, en el que solo una expedición coreana se aprestaba a
intentar en la vecina “Época Invernal” la ruta Sur Oeste de la montaña… ahora,
a las 4:30 de la tarde, casi todo el grupo ha dejado la posada para encontrarse
con el equipo que nos acompañará hasta el Campo Base del “Lobuche” la próxima
montaña que el grupo intentará escalar… hasta dentro de aproximadamente 6 días
no les podremos enviar noticias, la tecnología aún no ha alcanzado estos lugares
en el que nos encontraremos sin embargo, si quieren ubicarnos, les tengo buenas
noticias… el “SPOT” ha comenzado a funcionar, pueden seguirnos a través de: http://share.findmespot.com/shared/faces/viewspots.jsp?glId=0lGTgzyV9BQXQ5MH05hXIsaKVckxoLlJK
Tratamos de alargar nuestra salida lo más que pudimos, a fin de cuentas el Campo Base del Lobuche estaba a tan solo 1 hora de camino. Ya avanzada la tarde, un gélido valle, resto de una antigua laguna glaciar, nos esperaba. La nieve realzaba el brillo amarillo de nuestras carpas y nos obligaba a resguardecernos en la carpa comedor en busca de condiciones un poco más confortables que nos permitieran discutir los planes de ascenso a esta montaña. “Gombu”, nuestro “climbing sherpa” llegó comenzando la noche y muchas de sus sugerencias coincidieron con lo que nosotros ya teníamos previsto. El frío hizo acelerar los preparativos y todos nos fuimos replegando hacia las respectivas carpas para pasar la noche, era como si cada uno hubiera abierto la puerta de una nevera y dentro de su saco de dormir se preparara para pasar las siguientes horas a -10°C de la manera más confortable posible. El hielo cubría todo y solo las ganas de ir al baño obligaban a dejar la relativa comodidad del saco de dormir. Afuera, solo el silencio de las estrellas y el musical sonido de los cencerros de los “Yaks” que pastaban, eran testigos de tiempo y la gélida noche.
Tratamos de alargar nuestra salida lo más que pudimos, a fin de cuentas el Campo Base del Lobuche estaba a tan solo 1 hora de camino. Ya avanzada la tarde, un gélido valle, resto de una antigua laguna glaciar, nos esperaba. La nieve realzaba el brillo amarillo de nuestras carpas y nos obligaba a resguardecernos en la carpa comedor en busca de condiciones un poco más confortables que nos permitieran discutir los planes de ascenso a esta montaña. “Gombu”, nuestro “climbing sherpa” llegó comenzando la noche y muchas de sus sugerencias coincidieron con lo que nosotros ya teníamos previsto. El frío hizo acelerar los preparativos y todos nos fuimos replegando hacia las respectivas carpas para pasar la noche, era como si cada uno hubiera abierto la puerta de una nevera y dentro de su saco de dormir se preparara para pasar las siguientes horas a -10°C de la manera más confortable posible. El hielo cubría todo y solo las ganas de ir al baño obligaban a dejar la relativa comodidad del saco de dormir. Afuera, solo el silencio de las estrellas y el musical sonido de los cencerros de los “Yaks” que pastaban, eran testigos de tiempo y la gélida noche.
El
día 26 de octubre, a las 6:45 de la mañana, el sol acariciaba tímidamente el
techo de nuestras carpas y en la misma medida que aumentaba su calor, aumentaba
la inquietud de todos los preparativos para el ascenso al “Campamento
Avanzado”. Después del desayuno, una verdadera feria de equipos de escalada fue
llenando los morrales, bajo la mirada acuciosa de cada uno de nosotros,
evitando así exceso de peso y equipos innecesarios. Este obligatorio protocolo
se alargo hasta poco después de las 11am, hora en la cual el equipo de
escaladores junto al “staff” de cocina y los porteadores emprendieron
lentamente el ascenso hacia el “Campamento Avanzado”.
Como
de costumbre tan solo llegar al alto del collado, previsto para el Campamento,
el “staff” de sherpas ya tenía preparada las bebidas calientes y la cena, que
el equipo tan solo al salir del asombro ante el espectáculo que se abría hacia
los 4 puntos cardinales, procedieron entre todos a montar las carpas
correspondientes. Aunque suene raro ir a dormirse a las 5:30 de la tarde, más
raro puede sonar salir a caminar a las 2:00 am, especialmente si hay que
hacerlo a -12°C y bajo el innegable esfuerzo que implica caminar en la altura.
Todo este esfuerzo bien vale la pena cuando el sol comienza a esclarecer las
altas cumbres que circundaban el “Lobuche”, cuya cima se aproximaba a cada
paso… Un encuentro sublime entre la noche y el día que bajo caricias y besos
convertían la belleza de la noche en el imprescindible calor del sol. A las
7:00 am los primeros integrantes del equipo llegaron a la cumbre del “Lobuche
East” con la alegría de un sueño hecho realidad, que se realizaba aún más a
medida que un nuevo integrante del equipo pasaba a formar parte de ese manojo
de sonrisas que incrementaba la alegría del objetivo logrado.
Entre
fotos, banderas de oraciones, recuerdos familiares, las mentes tuvieron que
“aterrarse” y emprender el regreso hacia el lejano “Campamento Base”, pero nada
más agradable que ese cansancio que queda después del anhelado logro.
Ahora
una vez más en Dingboche, disfrutando de esa modesta pero innegable comodidad
que ofrecen los “Lodges” y sus anfitriones, un poco de calor de chimenea, algo
de “rackshi” (licor de arroz local) y muchos comentarios y expectativas… hoy 29
salimos hacia el Campo Base del “Island Peak” (Inja Tse) y les daremos noticias
a partir del 2 de noviembre, fecha en la que una vez más regresaremos a las
facilidades de estos acogedores lugares del Khumbu.
El
29, las montañas se encendieron con todas las tonalidades de rosado, adornadas
por un extenso velo blanco que contrastaba con el intenso azul del cielo… uno
de los amaneceres más hermosos que tuvimos durante todos estos días. Las
comodidades de Dingboche, un buen baño, buena comida y señal de Internet,
parecían mantenernos anclados a este lugar, hubo que hacer un verdadero
esfuerzo para emprender el camino hacia nuestro siguiente objetivo… el “Inja
Tze” (Island Peak). Un camino empedrado en la margen izquierda del río “Inja
Khola” iba adentrándonos hacia este profundo valle nevado que se extendía
infinitamente hacia las fronteras con Tibet, y en cuyo centro se encontraba… el
“Inja Tze”, vigilado por ese gran gigante, el “Lhotse”, cuya oscura sombra lo
abarcaba todo bajo el manto helado de su mirada.
Hoy
30, aparentemente pasaremos el día en el campamento, el sol es nuestro único
aliado y consuelo frente al fuerte frío y el creciente viento que ha comenzado
a golpear las aristas somitales del “Inja Tze”. Las horas pasaban entre
conversaciones que discurrían esencialmente sobre las realidades del montañismo
en el mercado turístico nacional e internacional, complementado por la
preparación de todo nuestro equipo de escalada que se extendía en todo el
pequeño espacio de la carpa comedor. La “cena” no dejó esperarse y a las 6:30
ya nos estábamos preparando para buscar la mejor posición posible para intentar
dormir las pocas horas que nos quedaban antes de iniciar nuestro ascenso hacia
el “Inja Tze” (Island Peak), que según lo planeado debería ser a la 1:00 am.
Algunas
voces del “staff” comenzaron a escucharse interrumpiendo la helada noche,
indicando que la “lucha” comenzaba, lucha para salir de los “sleeping bag”,
para vestirnos, para comer algo en tan inusual hora, en fin, era la hora para
llevar a cabo nuestros sueños.
Las
linternas rompían el oscuro velo que se extendía al salir de los límites de la
carpa comedor. Como una hilera de penitentes poco a poco nos adentrábamos en
los reinos de la montaña, un lacerante frío cortaba cada centímetro de la piel,
congelando inclusive las ideas. Cada uno luchaba por el siguiente paso y
lentamente la altura iba cediendo ante la voluntad de cada uno de los
integrantes del equipo.
Los
colores comenzaron a tener sentido y la monotonía de la luz de las linternas
frontales fue dando paso a una fiesta de colores que danzaban entre las notas del blanco enceguecedor hasta
el azul profundo. Las horas pasaban y antes de llegar a la cumbre la pendiente
final se levantó inclementemente como queriendo detener el paso, sin embargo
lentamente, uno a uno fueron compartiendo la alegría de la cumbre de esta
hermosa montaña. A las 8:00 del día 31 el “Imja Tse” le permitía a nuestro
equipo alcanzar su cumbre, fotos, abrazos… mucha alegría, llenaban los
corazones de todos los afortunados.
El
objetivo estaba cumplido, ahora el regreso, ese momento en el que “algo” de
nosotros queda enterrado en la nieve, diluido en el aire. Ahora, sentado en la
posada “Paradaise” de Lukla, todos estamos más “delgados”, algunos dirían que
es por el esfuerzo físico nos ha hecho perder mucho peso, yo digo que son los “sueños”,
esos que han quedado en los bosques de “Deboche”, en las cumbres heladas del “Lobuche”
y el “Imja Tze”, los que han quedado atrapados en la mirada de cada humilde
habitante de estas montañas… en los mantras de cada “mani”, los que han
recitado los Lamas junto a nosotros… todo esto aligera el cuerpo y llena el espíritu
de energía, esa que nos hará regresar a casa y lograr entender que los sueños
no llegan solos, que hay que construirlos a cada paso, a cada respiro… en cada
sentimiento.
jueves, 19 de septiembre de 2013
miércoles, 18 de septiembre de 2013
martes, 17 de septiembre de 2013
viernes, 28 de junio de 2013
SANGAY... la montaña de fuego
Cuando sientes el aliento de una montaña, eres parte de ella y compartes cada paso que das con la esencia de lo que eres |
ECUADOR representa, emotivamente hablando, uno de los
lugares predilectos dentro del montañismo suramericano. Escalar sus montañas se
ha convertido en una tradición para el montañista venezolano que ha adoptado
estas tierras como su propia patria. En esta oportunidad hemos decidido conocer
verdaderamente a este país con lo que lleva en su interior… en efecto ese
tradicional “Camino de los Volcanes” queremos convertirlo en un hecho visitando
un volcán que realmente muestre la intensidad y vida que una montaña puede
llevar en su interior, en esta oportunidad nos enfilaremos hacia el SANGAY.
El Sangay se encuentra ubicado en el parque
que lleva su mismo nombre, de 270.000 hectáreas de extensión, se encuentra
situado en la región centro oriental de Ecuador, en las provincias de
Chimborazo, Tungurahua y Morona Santiago. Creado en 1979, es uno de los tres
mayores parques del país, junto con el de Yasuní y el de Podocarpus.
El volcán activo Sangay es una de sus
principales atracciones: tiene una altura de 5350 metros , y es el
volcán que ha permanecido activo durante más tiempo en todo el mundo.
Por su ubicación, desde los picos nevados de
los Andes hasta la llanura Amazónica, al
Parque Nacional Sangay, alberga una altísima biodiversidad y diferentes zonas
climáticas y por ello que fue declarado por la UNESCO como Patrimonio
Natural de la
Humanidad. Además sus diferentes áreas son de espectacular
belleza, en la parte de los Andes encontramos, flora y fauna endémicas, varias
lagunas que por la actividad Volcánica de la región, han depositado sedimentos
y dan origen a una diversidad de tonos en el agua que hacen los paisajes
sobrecogedores y espectaculares.
El Volcán Sangay es famoso además por ser uno de los Volcanes más
activos del Mundo. Su actividad constante se desarrolla ya por cientos de años
y en los cuales también han habido periodos de gran actividad y grandes
emanaciones de cenizas hacia los andes centrales. Desde el Campo base, por las
noches es posible observar las rocas incandescentes que emana el cráter en sus
constantes explosiones. Para llegar a la base del Volcán necesitaremos de 4
días de marcha desde Alao en la provincia del Chimborazo, cruzando valles, ríos
y paramos pantanosos. A partir del segundo día de trekking ya podremos observar
nuestro objetivo y disfrutar del espectáculo de sus erupciones hasta llegar a
la base misma del Volcán donde instalaremos nuestro campamento final antes del
intento de conquistar la cumbre. Las Jornadas son muy exigentes, por lo que una
excelente condición física es indispensable.
Una vez más
recorriendo tierras ajenas, digo ajenas por hablar de costumbres ajenas a
nuestro día a día, a la cotidianidad, esas en las que te sientes como si
tuvieras siempre que aprender algo, como en efecto siempre lo haces... Eso es
lo hermoso del asunto, saber que cuando ya pensabas que todo estaba aprendido,
descubres que siempre hay algo nuevo.
En esta oportunidad sentí la necesidad de explorar más allá
de lo que normalmente estaba acostumbrado al visitar tierras ecuatorianas y en
efecto, heme aquí sentado bajo el entramado de una hiedra que se teje entre la pérgola
que da sombra al patio de esta antigua casa de Otavalo, madurando la idea,
esperando el momento.
Había llegado el
momento de responder al llamado que esta tierra andina me hacia por descubrir
el interior de unas montañas en ebullición, en la que la fuerza interna de un
pueblo se manifiesta a través de sus volcanes... "El Sangay" es uno
de los volcanes que se ha mantenido activo por más tiempo en todo el mundo, sus
explosiones o mejor dicho sus erupciones se repiten consecuentemente todos los días
y a pesar de ello, la montaña ofrece la oportunidad de llegar a su cima con
relativa seguridad a pesar de la continua caída de piedras.
En el horizonte la
silueta del "Tunguragua" humeando, no era más que un anuncio de lo
que nos habíamos propuesto en los últimos meses... finalmente el camino de los
volcanes nos llevaría a recorrer hermosos parajes que en la lejanía terminarían
por colocarnos en las laderas de uno de los volcanes que por más tiempo se había
mantenido activo en el mundo, ¡El Sangay!.
Riobamba, Licto,
Pungalà y finalmente Guarguallà fueron los nombres que con sabor a 4 ruedas nos
fueron acompañando durante la jornada del día 16, para finalmente llegar a
finales de la tarde bajo un esplendoroso atardecer que pretendía robarle algo
de su belleza al hermoso paraje que daría inicio a nuestra caminata del día
siguiente.
El día 17 fue
marcado por ser una jornada larga y silenciosa... silenciosa por mantenernos en
un paisaje totalmente nuevo para todos nosotros. Al dejar Guarguayà comenzamos
una bajada para, al cruzar la quebrada del mismo nombre, inmediatamente
comenzar la subida hacia un extenso valle que poco a poco nos comenzó a
adentrar a un mundo mágico y solitario donde la realidad y el sueño se tomaban
de la mano. La entrada a este mundo estuvo marcada por mi encuentro con una
anciana que me salió al paso desde la oscuridad de una choza indígena. Nuestro
idioma fue un gesto y una sonrisa, entre ella y yo la brecha del lenguaje era
nada con respecto a nuestro deseo de entrar en un breve contacto con un mundo
totalmente ajeno y desconocido. No fue necesario saber que en "Quichua"
ella me deseaba sus mejores augurios y yo en una lengua totalmente ajena para
ella le deseaba otro tanto.
Paso tras paso
fuimos adentrándonos en un extenso valle en los que los pajonales de hierba
"Ugsha" dejaban entre ellos espacios forrados con pequeñas plantas
que nos invitaban a descansos en los que el tiempo perdía su verdadera dimensión,
como un canto de sirenas cada uno se sumergía en sus propios pensamientos hasta
el punto de caer en cortos pero profundos sueños... Invitar a continuar la
marcha se convertía en el reto del más fuerte, hasta que de pronto surgía la
voz... "vamos" y cada uno a su propio ritmo iniciaba lentamente la
marcha.
Adivinando en el
extenso valle el camino, poco a poco fuimos ascendiendo hasta los 4.070 m.
punto en el cual el altímetro casi no fue necesario, el frío indicaba la altura
máxima de la jornada y que el descenso a nuestro próximo campamento "Plaza
Pamba" había de iniciarse en breve. Los valles comenzaron a dar paso a un
mundo de estrechas crestas y afiladas montañas. 9 horas que pasaron sin darnos
cuenta. Fue el tiempo que nos tomó alcanzar el objetivo que nos habíamos
propuesto en el día... El Sangay, que se había mantenido oculto tras las nubes
nos dio la bienvenida, su aparición tras la luz rojiza del atardecer nos
deleito para así completar la jornada con una gustosa cena y en una cómoda
choza hasta el día siguiente. Tal vez nuestros sueños serían tan agradables
como la realidad que nos había regalado el día que ya terminaba.
La montaña es un
lugar de símbolos, que reflejan las realidades de cada uno de diferentes
maneras. La mañana del día 18 inició con una especial panorámica del Sangay, a
las 7:30 una suave erupción representaba un pequeño saludo a nuestra presencia.
Nuestra caminata comenzó a las 9:50 y tan pronto iniciamos el recorrido, dos
halcones curiosos comenzaron a sobre volarnos a escasos metros, convirtiéndose
en un verdadero deleite al tener como fondo la espectacular montaña.
Las 6 horas de
nuestra marcha del día 18 se caracterizo por un subir y bajar por estrechas y
filosas aristas que nos adentraban a un mundo verdaderamente primitivo... Cada
paso nos acercaba a un mundo primitivo en los que la vida parecía estar en sus orígenes,
`la vida se limitaba a su estado más primitivo ya que la topografía del terreno
no permitía ningún tipo de asentamiento... Era como si una bestia apocalíptica
con sus garras hubiera llenado de cicatrices la faz de la tierra, con toda la
sorpresa del caso a las 10 de la mañana nos topamos con un grupo de 4 suizos y
sus 5 porteadores haciendo un recorrido por las remotas zonas del
"Altar" y "Culebrillas". A las 3:16 El campamento de
"La Playa" estaba ante nosotros, dos pequeñas chozas y un roído
cartel de bienvenida eran el único testigo de este perdido lugar situado a
3.620 m en algún lugar de los Andes Ecuatorianos... A los pies del
"Sangay".
Sentado en la cocina
de nuestro campamento de "La Playa" a los pies del Sangay, miro en
retrospectiva nuestra jornada y me doy cuenta de que esta es una gran montaña.
Ayer noche, al percatarnos que el desnivel entre el campamento y la cumbre era
de 1.500 m. Decidimos adelantar nuestra salida a la 1:00 de la mañana. Una
noche digna de la mejor escalada, la silueta del Sangay nos acompañó durante
toda la marcha, que transcurrió a lo largo de las pendientes cubierta de una
corteza helada que rodeaban la montaña y hacían la marcha una verdadera proeza,
a esto había que añadirle los continuos proyectiles de piedra que pasaban surcando
el aire a altas velocidades y que en la noche solamente lo notábamos por su
particular silbido o un impacto esporádico a cualquiera de los 8 integrantes
del grupo, eran tantas piedras durante todo el día que parecía que el Sangay quería
llenar toda la superficie irregular de la topografía de los alrededores.
Afortunadamente todo estuvo bien y a las 7:20 llegamos a la cumbre el volcán
nos dio la bienvenida con dos sendas erupciones que le dieron un aspecto más sobrecogedor
al ambiente que nos rodeaba. El Chimborazo y los Altares hacia el Noroeste y la
población de "Macas" hacia el Sureste. Después de un reposo en la
cumbre nos apresuramos en el descenso que transcurrió por los arenales
descongelados de la montaña, naturalmente sin descuidarnos un solo momento a un
impacto inesperado de las innumerables piedras que ahora caían en mayor
cantidad que durante la noche... La bajada, naturalmente, más corta que el
ascenso, en 4 horas salimos a las pendientes herbosas de la base de la montaña,
tomamos algún aperitivo y al llegar al campamento, comer, reírnos y dormir.
Eran recuerdos de una montaña hermosa que logro despertar el fuego que todos llevábamos
por dentro... El fuego de la aventura, el de la montaña.
Desde el cráter del volcán, pocos minutos antes de llegar a la cumbre |
Jueves 20, día de
comenzar a desandar el camino recorrido para llegar a esta hermosa montaña, era
como destejer un sweter porque nos equivocamos en algún momento... Solo que en
este caso no estábamos claro cual era nuestra equivocación. Un día esplendoroso
junto a una inusitada actividad volcánica del Sangay era nuestra mejor
despedida, poco a poco caminábamos por el lodoso terreno, cruzando uno a uno
los pequeños ríos y a medida que nos alejábamos impresionantes erupciones
llenaban el cielo del Sangay con grandes nubes negruzcas... Tal vez una nueva invitación
para que en algún momento regresáramos y recorriéramos uno de los lugares más
hermosos del Ecuador.
Son las 6:00 de la
mañana, en la cocina de "Casa Sol" hierve la tetera, así como en mi
bullen los recuerdos de unos días intensos pasados en estas hermosas montañas
con aún más hermosas personas. Nuestro viaje está por llegar a su fin, sin
embargo son experiencias que de una u otra manera recorrerán el resto de
nuestras vidas enriqueciéndonos como personas, dándonos ese fuego interior que
todos necesitamos para seguir adelante... Ese mis mismo fuego que en el
"Sangay", mantiene viva la tierra que desde hace muchos años calienta
la ilusión de los ecuatorianos y del mundo entero.
martes, 7 de mayo de 2013
MONTAÑA Y EQUIPO
Salir a la montaña, más aún si es
la primera vez, siempre trae consigo una
serie de incógnitas entre las cuales, la
del equipo tal vez sea una de las más comunes y esto, desde mi punto de vista, está
totalmente justificado.
Ir a la montaña siempre
representa ponernos en contacto con un ambiente que no es en el que
cotidianamente nos desempeñamos, esto siempre nos pone en desventajas y
"el equipo" es uno de los elementos esenciales para darnos ese poco
de confort que hace que un ambiente, habitualmente "hostil", se haga
más amigable y llevadero. En este sentido, antes de salir a la montaña
tendremos que hacernos varias preguntas que nos permitirán ser más precisos en
la selección de nuestros "equipo". Mientras más sinceros y certeros
seamos en las respuestas a estas preguntas, más disfrutaremos y le sacaremos
provecho a nuestra estadía en el lugar elegido. Al igual que en todo proyecto estas
preguntas tienen que ver con "el Donde, el Como y el Porqué", en
otras palabras, a donde iremos, como iremos (a pié, en carro, en mulas, en
avión, etc.) y por último cual es el propósito de nuestras visita. Si queremos
ahondar un poco más en estos aspectos podemos decir que conocer las
características geográficas del lugar a visitar es el elemento prioritario que
definirá las características esencialmente climatológicas de nuestro viaje...
no es lo mismo ir a una travesía entre "Turmero y Chuao" que hacer el
recorrido de las Mucuposadas entre "Gavidia y Santa María de Canaguá"
igual que no es lo mismo ir a las "Cuevas de Alfredo Janh" que ir a
escalar el "Pico Bolívar". En relación a ¿Cómo Iremos?, podemos decir
que me refiero a los recursos que contamos para desplazarnos hasta el sitio
elegido, incluyendo aquí las posibilidades internas que nos brindan los
diferentes lugares en todo el mundo, bien sea a través del uso de porteadores
nativos como la posibilidad de contratar "bestias de carga". Aquí hay
que ser muy "suspicaz" ya que el uso de medios de transporte puede
llevarnos a pensar que nos podemos exceder en el peso y la cantidad de nuestras
vestimentas y equipos y no siempre es así. ¿Sabían ustedes que un porteador
Pemón el área de Auyan Tepuy o Roraima no le gusta exceder su peso a más de 20
Kg? igual sucede con los "Sherpas" del Himalaya y la mayor cantidad
de nativos andinos. De la misma manera es vital, si vamos a utilizar transporte
aéreos verificar con las diferentes aerolíneas los limites de cargas
permitidos. Finalmente fijarnos un objetivo en cuanto a las actividades que prioritariamente
vamos a desarrollar evitará que no llenemos de esas cosa que siempre solemos
llevar y nunca utilizamos con la típica excusa de que... "eso no pesa nada",
sin darnos cuenta de que si sumamos varios "eso no pesa nada"
tendremos un "eso si pesa algo".
Para comenzar con lo que en
esencia me ha llevado a escribir estas líneas, el vestuario y el equipo de
montaña, antes que nada quiero aclarar que me limitaré a dar una serie de
"tips" sobre los elementos fundamentales del tópico, ya que tocar
cada uno de ellos sería menester de un tratado que llevaría tantas páginas como
un libro.
En relación a la vestimenta, creo
apropiado puntualizar varias cosas, el algodón ha sido desplazado casi en su
totalidad por una variedad de fibras sintéticas que van desde el "Dufold"
hasta el "Coolmax" y el "Dryfeet", es decir, a la hora de
escoger las prendas de vestir y para no sentirnos mojados durante la caminata
del día (por la lluvia o el sudor) conviene tener en cuenta esto. En cuanto a
las medias, hay modelos de "Coolmax" que dan muy buenos resultados y
la marca "Thorlo" (http://www.thorlo.com/ws6/socks.php) las diseña de
manera particular para cada actividad específica es decir:
"Trekking", "Hiking", "Expedition", tienen la
particularidad que adaptan el diseño del tejido a la forma del pié y se ajustan
muy bien para así evitar ampollas en el deslizamiento con el calzado...
hablando del calzado, este es uno de los dolores de cabeza más grande que tiene
todo montañista y como yo digo, "podemos ir desnudos pero no sin
zapatos", aunque quiero confesarles que conozco un grupo de amigos que
"para estar en contacto con la conciencia cósmica" les fascina caminar
descalzos. Con respecto al calzado y siguiendo mis más profundos instintos ancestrales, siempre sugiero como el mejor
calzado de montaña del mundo el ITALIANO entre ellos las marcas Scarpa,
Sportiva y Asolo en cualquiera de sus modelos que se adapten a nuestras
necesidades. Es importante destacar que el tema de la
"impermeabilidad" en las botas en un país tropical es un elemento
algo engañoso si tomamos en cuenta que el agua esencialmente entra por arriba y
no por los lados... en efecto, cuando llueve, el agua que baja por las piernas
es la que empapa nuestros pies y llena de agua las botas y es aquí el momento
en que nos acordamos el "bojote" de dólares más que pagamos por esas
fibras "impermeables" (Gore-Tex, Simpa-Tec, etc), cosa que no es así
en otras prendas como chaquetas y pantalones... y ya que estamos hablando de
ello y ya que estamos hablando de ello, las "chaquetas" tienen dos
funciones principales: la primera, protegernos del frío y la segunda,
protegernos de la lluvia. En el primer caso, una vez más las fibras sintéticas
han desplazado a las naturales, aunque esto no necesariamente tenga que ver con
la calidad sino más bien con otras características relacionadas más bien con
precio, facilidad de mantenimiento, peso, etc., por mi experiencia personal hoy
por hoy el material más versátil es el
"Forro Polar" o, dependiendo de quien lo fabrique, "Polar
Plus", "Polar Ligth", que no es otra cosa que una fibra plástica
(Polipropileno) expandida que por su efecto "voluminoso" ayuda a
mantener el calor producido por el cuerpo y mantener al usuario a una
temperatura confortable, aún en condiciones de humedad extremas, ya que fue
utilizado por primera vez para abrigar a los participantes de regatas en los
mares del Norte con el nombre de "NorthCape".
Estas chaquetas o
mejor dicho "vestimenta" (ya que se fabrican todo tipo de prendas de
vestir, desde ropa interior hasta gorros y guantes) tienen además la ventaja de
que pueden ser hechas en diferentes densidades de tejido permitiéndolas ser más
o menos calientes dependiendo de las necesidades, otra cosa importante para los
"verdes" es que el forro polar puede ser hecho de botellas plásticas
recicladas, lo que le da otro motivo para ser un producto muy comercial... eso
sí, para fríos extremos (-20º/-30º) ¡Plumón!, el mismo, el que le arrancan a
los "gansitos" del pecho y la parte baja de las alas es muy ligero,
muy agradable al tacto y... cariiiisimo (un punto a favor de los gansos). Un
problema que tenemos que resolver al usar prendas de "Forro Polar" es
el viento y tal vez la falta de impermeabilidad, aunque hoy en día los
fabricantes han puesto a la venta la fibra "Winstoper", creada por
los mismos fabricantes del "GoreTex"
(http://www.goretex.es/published/gfe_navnode/es.prod.ws.prod.fl.html), es altamente
recomendable una chaqueta impermeable... perdón quise decir "que
transpire" es decir que permita salir el calor producido por el cuerpo
pero no deje entrar el agua de lluvia o del ambiente. En este sentido, así como
me atreví a no recomendar el "Gore-Tex" para el calzado, me parece indispensable
para las chaquetas impermeables o rompe-viento, no siendo el caso de los pantalones
ya que el pantalón es la pieza de la vestimenta, que a la par de los guantes,
sufre mayor desgaste y maltrato, aparte de que la ropa más importante es la que
cubre los "órganos vitales" es decir la que cubre nuestro pecho
(camisas, chaquetas, etc.). Me atrevo a sugerirles que usen cualquier prenda de
nylon reforzado en las piernas, es decir pantalones impermeables que, en caso
de mucha lluvia, puedan proteger los pantalones "más o menos" secos y
"tal vez" los pies también.
jueves, 21 de marzo de 2013
Técnicas de aclimatación
Tomando en cuenta que los fenómenos meteorológicos presentes en las alturas (mayores a los 2.800 msm) tienen una influencia directa sobre el individuo que, ajeno a este ambiente, se dispone a realizar ejercicios físicos de mediana o alta magnitud (este es el caso del montañista), es importante puntualizar que después de considerables experiencias de carácter médico-deportivo, se han logrado precisar elementos que de una u otra forma permiten optimizar el proceso de "ACLIMATACIÓN" y "ADAPTACIÓN" a la altura. Tendremos en cuenta al primer proceso como una serie de cambios y respuestas transitorias por las que pasa el cuerpo antes de lograr cambios más definitivos y fisiológicos que le permitan lograr permanecer de una forma permanente o prolongada en la altura como es el caso de los Sherpas y otras etnias en el Himalaya y muchos de los nativos que habitan a lo largo de la cordillera Andina.
La mejor y tal vez única medicina para el
"mal de altura" es bajar.
|
Si observamos los resultados de
rendimiento físico en las competencias olímpicas de "fondo" realizadas
en Ciudad de Méjico (altura moderada de 2.240 msm) en el año de 1968, podemos notar que estos
tuvieron un descenso de un 5 a 10 % de los estándares para la época. Las causas de esta
disminución en el rendimiento físico del deportista, aún hoy en día no están muy claras,
sin embargo se habla de factores como la disminución de la presión arterial,
vasoconstricción pulmonar, etc... . En este sentido lo que sí se puede concluir es que hay una evidente
disminución del consumo máximo de Oxigeno a nivel corporal (VO2 máx.), y es
precisamente mediante este factor que podemos medir el rendimiento físico de una
persona, por ejemplo, un montañista a una altura de +/- 4.800msm. (Pico Humboldt, Mont Blanc)
no conserva más que el 70 % de la capacidad física que dispone a nivel del mar. En la
cima del Everest (8.848 msm), esta capacidad se ve reducida a solamente el 20 %, cantidad
apenas suficiente para caminar a un ritmo muy lento.
Es aquí precisamente donde mejor
encaja la propuesta de que la buena condición física (léase como una mayor
capacidad para consumir el Oxígeno) es un elemento indispensable a la hora de
practicar la "Alta Montaña". En este sentido, gracias a la cantidad de experiencias que en
la actualidad existen con respecto a las permanencias de expediciones a grandes alturas,
he podido observar directamente con las visitas que anualmente he estado realizando a
zonas de "Alta Montaña" (Himalaya y Andes), en compañía de montañistas
"élite", y diferentes grupos de personas (con condiciones físicas
entre Regular y Muy Buena), que siguiendo algunas normas sencillas, en los
grupos no se han presentado síntomas graves de
(AMS/ Mal Agudo de Montaña).
NORMAS DE "ORO" PARA
UNA BUENA ACLIMATACIÓN
.- Una buena condición física es
un elemento importante, que hay que tener en cuenta a la hora de
visitar la "Alta Montaña"... ¿ Y por qué no al practicar el montanismo en general?
Relaciones entre "Presión de Atmosférica" y "Volumen de
Oxígeno atmosférico" referidas a la altura .
|
.- Los ascensos en alturas
mayores a 3.000 msm deben realizarse de forma pausada tratando de que los
cambios de niveles (para campamento o pernocta) no sean mayores a los 400 m diarios.
.- No permanecer mucho tiempo en
alturas superiores a los 5.500 msm.
.- La utilización de algunos
fármacos, bajo supervisión médica, es recomendada (DIAMOX /Acetasolamida,
y analgésicos). y algún analgésico para eliminar o disminuir los acostumbrados
dolores de cabeza de la altura.
Tenemos que partir de una
premisa, el AMS (mal agudo de montaña) no es en
principio una enfermedad como
tal, se trata de una señal de alarma que nos indica que el
cuerpo no posee condiciones
elementales de funcionamiento, obligándonos así a tomar
medidas. En caso contrario, el
AMS si puede transformarse en un proceso patológico en el
que los peligros más importantes
son los edemas (cerebral y/o pulmonar). La experiencia
nos indica que ninguna persona
esta realmente exenta de padecer AMS, sin embargo,
quiero insistir en las ventajas
de poseer una buena condición física y llevar un proceso de
aclimatación progresivo,
especialmente cuando se trata de alturas superiores a los 5.500
m. Es importante tener en cuenta,
que como en toda enfermedad, el mejor preventivo es
eliminar la causa que la produce,
en este sentido, la mejor y tal vez única medicina para el
"mal de altura" es bajar,
es decir descender a alturas preferiblemente inferiores a los
3.500 m, en la mayoría de los
casos este suele ser un remedio sorprendente e infalible.
Experiencias con el Diamox (acetasolamida)
Desde
que en 1991 participara en la primera expedición venezolana al Himalaya, cuyo
objetivo fue escalar el pico Pumori, el uso del Diamox (nombre comercial que el
laboratorio Lederle da a la Acetasolamida) comenzó a ser familiar para mi,
especialmente porque debido a la cantidad de personas con las que suelo visitar
zonas de alta montaña, la recomendación de su uso, para mi ya se ha hecho
costumbre. En este sentido, he podido observar, no puedo negar que “hasta con
cierto asombro”, la mayoría de los que lo han tomado (para no decir todos) han
eliminado los incómodos efectos del “Mal Agudo de Montaña” y sus peligrosas
consecuencias. A continuación quiero hacerles llegar una explicación técnica
sobre lo que es el Diamox ya que debido a ser un diurético, la mayoría de los
médicos no relaciona su uso con la práctica deportiva y menos aún si se trata de
“montañismo”, por lo cual se sienten extrañados cuando les consultamos sobre
sus beneficios en esta actividad, si este es el caso, les sugiero hacerles leer
estas notas del doctor Armando Subero (Director médico de las expediciones
Pumori 91 y Ama Dablam 93) publicadas en el folleto “Diversitas” # 2 de
diciembre de 1995:
“ La alcalósis respiratoria
producida por la hiperventilación, conducía a un mecanismo compensador,
eliminando bicarbonato por el riñón, para compensar la disminución de ácido
producida por la perdida de CO2.
La
Acetazolamida es una inhibidora de la anhidrasa carbónica, enzima encargada de
liberar CO2 del tejido, que al inhibirse engaña al centro respiratorio,
simulando un exceso de CO2 y mejorando la oxigenación como el equilibrio
ácido-base a través del riñón. Los resultados publicados, señalan un beneficio
importante con el uso de la Acetazolamida en la altura. Obteniéndose niveles
arteriales de oxigeno superiores en un 20% en los sujetos que la ingieren,
llegándose a decir que su uso equivaldría a bajar la altura del Everest en un
20%. Los resultados también indican, que la Acetazolamida no solo reduce los
síntomas del EAM (Enfermedad Aguda de Montaña), sino que incrementa en altitud
la capacidad de ejercicio y reduce la perdida muscular en grandes alturas.
Su
utilidad se manifiesta tanto, en la prevención como en el tratamiento; la dosis
recomendada es de 250 mg. dos veces al día, comenzando 24 horas antes de llegar
a los 3.000m, manteniéndola hasta considerarse aclimatado en la mayor altura, o
al descender a alturas menores a los 3.000m. En caso de síntomas de EAM se
aumenta la dosis hasta 500 mg. tres veces al día. Sus efectos secundarios se
limitan a “hormigueo” en la punta de los dedos, nariz, labios, orejas, etc...,
que ceden a los pocos días”.
Como una observación, es importante
mencionar que el DIAMOX (En Venezuela vendido comercialmente con el nombre de ACETAB), como todo diurético, y aunque este sea de acción
moderada, produce un aumento en la perdida de liquido a nivel corporal
(deshidratación), por lo que es conveniente aumentar la ingesta de sales
minerales bien sea a través del aumento en la cantidad de bebidas o alimentos
ricos en sodio y potasio.
sábado, 2 de febrero de 2013
ACONCAGUA 2013… “Centinela de Piedra”
El viento frio era testigo
absoluto de la altura que habíamos alcanzado, al salir de la loma un cóndor
surcaba el aire a ras de la verticales rocas que demarcaban el cañón del río
Horcones, que esa mañana del 8 de enero representaba el inicio de nuestra
verdadero intento por escalar la montaña más alta de los Andes. Habían quedado
atrás todos esos incómodos momentos de preparativos, esperas y tramites
gubernamentales que son dignos del mejor malabarista del “Cirque du Soleil”,
había llegado el momento de dejarse acariciar por el viento, abrazar por los
pensamientos y contar con el innegable apoyo de un equipo que poco a poco iría
sumando pasos hasta poder lograr la tan anhelada cumbre.
Ese día 8 la caminata, lenta pero
constante nos tendría que llevar poco a poco hasta el primer punto de
aclimatación… “Confluencia”, allí, parte de nuestro equipaje esperaba ser
desplegado para brindarnos el “confort” que junto a otros elementos de
“Fernando Grajales” (Agencia que estaría
a nuestro lado para facilitarnos ciertos aspectos logísticos con los que
podríamos, de una manera más cómoda, ajustarnos a los requerimientos de esta
enorme montaña). La altura de “Confluencia” en la que los ríos provenientes de
los glaciares Horcones Superior e Inferior se dan la mano, es un lugar ideal
para iniciar esta importante fase de aclimatación en el proceso previo a
escalar este coloso de piedra. 3.368m es una altura que no debiera molestar a
nadie en este lento proceso, sin embargo, la calidad de las aguas del lugar y
su alto contenido de “magnesio”, nos jugaron una mala pasada con Amalia quien,
a pesar de no sentirse muy mal, pasó prácticamente toda la noche con malestar
estomacal y fuertes vómitos, que solo se detuvieron al cambiar la ingesta de
agua con botellas comerciales que por suerte pudimos adquirir en el mismo
campamento.
El día 9 lo utilizamos para
ascender lentamente hacia “Plaza Francia”… lugar que da inicio a la majestuosa
“Pared Sur” del Aconcagua, 3.000m de desnivel separando verticalmente la base,
de la cumbre de este gigante, haciendo de ella una de las rutas más difíciles y
cotizadas de todas las montañas del mundo. El clima era auspicioso y el paisaje
magnificente, los estratos geológicos se superponían en estas paredes gigantes
para mostrarnos su intimidad a través de los siglos, mediante fuerzas
desgarradoras que fueron capaces de levantar la tierra hasta formar a este
coloso llamado “Aconcagua”. En nuestro
acercamiento algunos grupos ya comenzaban a perfilarse como nuestros
contemporáneos en el ascenso al “Centinela de Piedra”, entre ellos argentinos,
rusos, franceses, canadienses, japoneses y así un sinnúmero de expediciones que
provenientes de diversos lugares del mundo compartían un mismo sueño, acariciar
la fría superficie de ese punto que se daba por llamar… Aconcagua.
Al día siguiente, el 10, desde
temprano empacamos nuestro equipo, desmontamos las tres tiendas de campaña y entregamos
todos los morrales y bultos a los “muleros”, que a la orden de “Grajales”, se
encargarían de trasladarlo al verdadero “Campo Base” del Aconcagua… “Plaza de
Mulas”. El agua de “Confluencia” había estropeado el estomago de Amalia por lo
que tomamos la larga y tediosa caminata hacia nuestro siguiente objetivo con
toda la paciencia del caso. Poco a poco fuimos cruzando las extensas llanuras
empedradas de “Playa Ancha” y al final de la tarde, las fuertes pendientes de
“Cuesta Brava” fueron nuestro último obstáculo
antes de llegar a “Plaza de
Mulas”. Las lejanas carpas y fluorescentes “mangas” que delimitaban los
helipuertos vecinos a la estación de guardaparques y a la medicatura nos daban
la bienvenida a un surrealismo en el que un improvisado concierto de “rock”
llamaba la atención con pintorescos personajes celebrando el final de una nueva
jornada al ritmo de una desatinada mezcla de flautas, tambores y cualquier otra
“cosa” que pudiera brindar un sonido parecido a la “música”. Amalia y yo
atravesamos un mundo de carpas, la mayoría identificadas con nombres de
empresas prestadoras de servicios, hasta ver a Edgar y José, que agitando los
brazos nos indicaban el sector correspondiente a “Grajales”… nuestro “hogar”
para los próximos días. El “Staff” del lugar se presentó y nos asignaron así
nuestra carpa comedor en la que discurrirían muchas de las horas antes de
comenzar el ascenso hacia la cumbre de esta montaña. Eran las 9:15 de la noche
y un enrojecido cielo se llevaba consigo el último rallo de luz del día y poco
a poco el frío de la noche iba haciendo prepararnos para el merecido descanso,
naturalmente no sin antes tomar una suculenta cena preparada por el cocinero
encargado del campamento… Emanuelle. El sonido del cierre de la carpa tardó
menos que nuestros parpados al cerrarse y sumirnos en un profundo sueño, solo
una lejana “música” rompía el profundo silencio del lugar, que al salir el sol
se descubriría como un sitio muy diferente al que habíamos encontrado. Un día
de descanso bien merecido, nos obligó a cumplir con el compromiso del “chequeo
médico” exigido por la “Dirección del Parque Aconcagua”, en el que todos
presentábamos condiciones de salud óptimas exceptuando ligeras trazas de
deshidratación aumentadas por el uso del “Diamox” como elemento preventivo del
“Mal de Altura”. Esta fue una excelente excusa para aumentar nuestra ingesta de
bebidas y dedicar las horas libres del día a comer, comer y luego… seguir
comiendo. Dedicamos varias horas de la tarde a la selección y arreglo del
equipo que al día siguiente tendríamos que subir a nuestro primer campamento de
altura ubicado en “Nido de Cóndor”, una meticulosa selección nos obligaba en
diferentes ocasiones a desprendernos de cosas que varias semanas atrás habíamos
considerado indispensables… José me decía: ¿“Alfredo 6 medias”?, a lo cual yo
respondía de manera inclemente… “No, solo 4”. Y así pasaban las horas y de
igual manera el calor del día, dando una vez más el paso a un frío que nos
hacia utilizar todo el equipo que disponiamos para ser utilizado en alturas
mayores. Sueños, pesadillas, ronquidos cruzaban el frío y oscuro ambiente de la
noche en el que solo nuestro saco de dormir actuaba como una gran coraza
protegiéndonos no tan solo de la inclemencia climatológica sino de nuestra
agitada mente, pudiendo así finalmente caer en el sueño profundo que
verdaderamente nos hacía falta.
A pesar de la suave caricia de
luz que llegaba a través de la delgada tela de nylon de las carpas, salir del
saco de dormir se convertía en un verdadero reto a la voluntad de cada uno de
nosotros, solo la obligación de comenzar la jornada, nos empujaba al aire frío
matutino y al unísono, dentro de nuestra carpa comedor, todos aguardábamos a
las 9:15 de la mañana, hora en la que el sol nos abrazaba con su calor e
intensa luz. Como hormigas, todos los habitantes de “Plaza de Mulas” comenzaban
a salir de sus carpas y a prepararse para la jornada… la nuestra, sería dura,
nos tocaba hacer nuestro primer “trabajo de porteo” a “Nido de Cóndor”, 1.100
metros de desnivel que nos colocarían a 5.500 metros de altura para ir así,
lentamente acostumbrando nuestros cuerpos a las duras condiciones de la altura.
“Pole Pole”, “Vistari Vistari”, “Piano Piano”, de cualquier manera que se diga
y en cualquier parte del mundo, nunca había sido tan cierto este “dicho” en el
que se refleja la prudencia y el ahorro de energías que debe prevalecer en las
“Altas Montañas”. Las pendientes que llevan a “Nido de Cóndor”, están surcadas
por largos “zig-zags” que poco a poco van remontando la inclinada cuesta, que
con morrales rondando los 14 Kg. se hace más fuerte de lo que tradicionalmente esperábamos.
Por suerte, se trataba de dejar el equipo y regresar casi inmediatamente al
“confort” y la buena comida de Plaza de
Mulas, para tomar 1 día adicional de descanso y recuperación y así finalmente
el 14, avanzada la mañana, despedirnos de “Plaza de Mulas” hasta que, con la
cumbre o sin ella, diéramos por completada nuestra aventura.
El sonido del helicóptero era
prácticamente nuestro despertador en “Plaza de Mulas”, el aire frío de la
mañana era aprovechado por los pilotos para cumplir con el sinnúmero de tareas
que tenían asignadas… retirar las excretas acumuladas en todas las letrinas del
lugar, realizar los rescates que fuesen necesarios, entregar provisiones y equipos,
así como hacer traslados de pasajeros hacia la zona de “Horcones”. Una vez
abiertos los ojos y darle rienda suelta a las emociones que rondaban nuestras
cabezas, el sueño daba paso inmediato a las ganas de entrar en acción, esta era
la única manera de “exorcizar” nuestros miedos e inseguridades, especialmente
esa mañana del día 14 en la que ya tendríamos que despojarnos de todas las
comodidades del Campo Base y emprender la escalada definitiva hacia la cumbre
de los Andes. Poco antes de medio día, con un emotivo saludo al “Staff”
Grajales emprendimos el ya conocido camino hacia “Nido de Cóndor”… lento, un
paso daba chance al siguiente, una pendiente a la otra, alternando todo con
periódicos y desordenados descansos y ese testigo ineludible, el tiempo, que
era testigo de nuestro ascenso. Fui quedando rezagado admirando el innegable
trabajo de José hacía al marcar el paso de una manera disciplinada y ejemplar
al resto del grupo. Todos lo seguían y demostraban cuan acertada era su técnica
para administrar las energías en este lugar en el que la altura marcaba la
prudencia en el uso de este escaso recurso. Al final de la tarde ya todos
estábamos en la “cota” correspondiente a Nido de Cóndor. Nuestra llegada se vio
adornada por una sutil pero persistente nevada que nos obligó a apresurar los
arreglos para pasar la noche y prepararnos para el descanso del día siguiente
en el que permaneceríamos toda la jornada a esta altura para ver como respondía
nuestro cuerpo a la altura y, en caso afirmativo, continuar con nuestro ascenso
hacia el campamento “Cólera” (5.870m) el día 16.
Era 15 de enero, sabíamos que se
acercaba la hora final, después de intentar encender una cocinita marca “Doite”
y haber fracasado en el intento, nos tuvimos que conformar con pasar casi todo
el día intentando hacer unos 14 litros de agua para distribuirlos en las botellas
personales y preparar algo de comida… una tarea titánica que comenzó a crear
inquietud en el grupo, que afortunadamente respondía muy eficientemente ante
las inclemencias de la altura y el frío exagerado. Esa noche estuvo marcada por
un fuerte viento que zarandeaba la carpa de un lado a otro haciéndonos esperar
lo peor del momento. Entre un sobresalto y otro, la noche fue dando paso al
brillo gratificante del sol que trajo consigo una merma en la fuerza que había
traído el viento durante la noche. Escogimos solo lo necesario y enfilamos
hacia el campamento “Colera”, que a pesar de ser solo 370m más alto, se hacía
notar el efecto imborrable de la altura, cuyo único aliciente era que por cada
metro ganado, era un metro más de proximidad a la cumbre. Al pasar el refugio
“Berlín”, solo una pronunciada pendiente nos separaba del lugar donde
pasaríamos las dos últimas noches bajo la incomodidad del frío, la sed y la
altura. La noche del 16 el termómetro marcaba -15°C, lo que aumentaba la lucha
interna por comenzar nuestra caminata a la hora prevista… 4:30am. Era como un
sueño vivido, en el que como sonámbulos íbamos colocándonos uno a uno los
implementos que utilizaríamos durante el ascenso del día hacia la cumbre.
Lentamente entre susurros y el sonido del viento, nuestros pasos comenzaron a
enfilar hacia la cuesta al mismo tiempo en el que tímidamente el sol iniciaba a
inundar con sus caricias la superficie de las altas montañas que nos rodeaba…
“Tupungato”, “Tolosa”, “Catedral” y muchos otros que daban al lugar la magia
necesaria que nos permitía avanzar en nuestro “calvario” de esfuerzo y frío.
Paso a paso, como ya se había hecho costumbre, José marcaba los pasos con la
paciencia que le acostumbraba y poco a poco los metros para llegar al objetivo
se iban acortando. Un ligero error me hacia tener que caminar sin “crampones”
aumentando así la dificultad en las pendientes de mayor inclinación separándome
así lentamente del grupo y, subyugado por el caluroso abrazo del sol, a la
altura de “Piedra Blanca”, una gran roca me sirvió de “trono” para detener de
manera definitiva mi marcha… era mi momento de regreso. Con la esperanza y el
fuerte deseo por el éxito del resto del grupo, lentamente emprendí el descenso
en busca de algún confort dentro de ese mundo de helados vientos y sensaciones
extremas.
Una vez en el interior de la
carpa, mis ojos se cerraron con el sueño del cansancio y el olvido hasta que,
de pronto, una voz me sacó del letargo… era José que mencionaba mi nombre, el
tiempo había sido muy corto para él haber llegado a la cima. Sin muchas
preguntas pude percatarme de sus pies helados, las medias frías y húmedas
denotaban que algo había pasado con sus botas y lo habían obligado a retroceder
ante la posibilidad de males mayores… También él se tendió entre los sacos de
dormir y a pesar del dolor de sus pies, fue siendo seducido por el intenso
cansancio y sopor de la altura. Tan pronto la temperatura y el ánimo me lo
permitieron, salí de la carpa para preparar agua, sabía que íbamos a necesitar
mucha agua y también algo de comida. Agazapado en la entrada de la carpa poco a
poco fui derritiendo nieve y acompañado de algunos saborizantes, el agua
insípida y desmineralizada de los neveros se fue convirtiendo en ese
acostumbrado sabor a comida y bebida que reconfortaría nuestros cuerpos.
Acercándose las 10:30 de la
mañana, la figura de “Giampi” apareció en la lejana pendiente y no tardó mucho
en alcanzar nuestro campamento… él también había desistido de su intento por
llegar a la cumbre, debido al fuerte viento que soplaba en las proximidades de
la “Canaleta”. A partir de ese momento, nuestras miradas no se separaron de las
pendientes que conducían a la cumbre. Amalia, Viviane y Edgar eran los tres
restantes del grupo en los que nuestras esperanzas estaban colocadas. Las
diferentes cordadas que habían salido en la madrugada fueron apareciendo una a
una y tratábamos de indagar entre ellas sobre el destino de nuestros tres
compañeros, los colores de sus chaquetas, la forma de caminar, sus estaturas,
se transformaron en un juego de azar entre nosotros. Finalmente cerca de las 6
de la tarde sus tres figuras llenas de entusiasmo aparecieron ante nuestros
ojos y en poco tiempo, entre abrazos y llantos nos confirmaban lo que tanto
habíamos estado esperando…
Jueves 17 de enero a las 14:42, Amalia
Carrillo M., Viviane Chonchol y Edgar Cerezo lograron alcanzar la cima del “Centinela
de Piedra”, ahora solo quedaba comer, beber, descansar y huir a tierras más
cómodas. Aún nos faltaban 5 días para llegar a Mendoza, sin embargo, ya rondaba
en nuestras mentes el sabor a comida fresca y buen vino. El baño de agua caliente,
las cobijas limpias y cortos paseos por las calles de la ciudad eran ahora el
aliento para dar el siguiente paso, más adelante ya pensaríamos en nuestro
nuevo objetivo… que seguramente compartiré con todos ustedes.