domingo, 6 de octubre de 2013

De los Andes al Himalaya


A partir del 9 de octubre, Nepal nos recibe con su magia y sus montañas, esta oportunidad es especial por la particularidad de ser un equipo compuesto en su gran mayoría por montañistas merideños, liderados por Arístides Moreno, el grupo también está conformado por  Daniel Moreno, Yovanny Gil, Juan Ygnacio Gil, Wilmer Rodriguez, todos ellos de Mérida, de Caracas Daniel Mora Sotomayor y por Ecuador, Rafael Cáceres, Agradeciéndoles a todos ellos de antemano, el privilegio de poderles acompañar en la parte organizativa de esta expedición, la cual les invitamos a seguir a través de este “Blog” y del ubicador satelital SPOT que amablemente me ha facilitado mi gran amigo, el Sr. Guillermo Garróz Bermudez, esto a través del “link”: 

Los mantendremos informados a Través de comentarios, anécdotas y hermosas fotos de los lugares que vayamos visitando y naturalmente informándoles los logros de esta expedición.

Esperamos que nos acompañen con sus comentarios y buenos deseos para que estas cumbres sean de todos.


De los Andes al Himalaya
Lobuche East – Inja Tse

El inevitable trasnocho hacia pesado los pasos en los pasillos del Aeropuerto Internacional Simón Bolívar, suele suceder siempre la noche antes de salir de expedición, especialmente cuando las expectativas llenan la mente. A pesar de todo, una rebosante alegría llenaba los rostros de cada uno de los 8 integrantes del grupo. La puerta 23 ya se encontraba abarrotada de gente que, hechizada bajo el aroma del chocolate y el café de los negocios cercanos, aguardaban el momento del abordaje al margen del tiempo que pasaba en la sala de espera,
Una vez ubicados todos en nuestros respectivos asientos el vuelo inició su larga travesía hacia nuestro destino final, no sin antes detenernos en las 2 escalas casi obligatorias para llegar al al “otro lado del mundo”… Frankfurt y Delhi. Una docena de pesadas maletas nos acompañaban en este viaje, algunas de ellas llenas de exquisiteces que arrancaban gustosos sabores de nuestra tierra. Harina “PAN”, café criollo, algunos quesos y hasta bien enlatadas botellas de esxquisito rón son parte importante de este equipaje que será un elemento fundamental en el logro de las metas que nos hemos propuesto en el Himalaya.
Después de casi 10 horas de vuelo, Frankfurt no dejó de ser un punto para estirar las piernas después de la larga escala, en el que un moderno aeropuerto nos permitiría pasar hacia otro mundo misterioso al Oriente del globo terráqueo. Tres horas de escala que pasaron casi desapercibidas, nos encontraron caminando por los congestionados pasillos del aeropuerto para abordar nuestro siguiente vuelo hacia la capital de la India… Delhi. En el avión ya se podía percibir ese misterioso aire que escondido entre barbas, turbantes y saris nos indicaba sin lugar a dudas que no nos habíamos equivocado de vuelo. En el avión, una película tras otra iban colmando las horas sin detenerse a pensar quienes eran los ocupantes de ese vuelo hacia tierras lejanas. Comida, licores, y la atención de aeromozas de un perfecto estilo europeo intentaban hacer pasar las horas mñas confortablemente, sin embargo, para nosotros ya las horas habían pasado  a tener una nueva dimensión. Hoy era ayer, o tal vez mañana sería hoy… esa extraña sensación que atraviesa lo “ridículo”, llenaba nuestro cansado cuerpo, que bajo el entumecedor sopor del cansancio nos encontraba atravesando los largos pasillos del aeropuerto Indira Ghandi en Delhi. El misterio de la India, siempre te acompaña al entrar a este populoso país, para nosotros los misterios estaban acompañados de 2 cosas fundamentales, que haríamos con nuestro equipaje, que a pesar de estar “chequeado” hasta Kathmandú, debería cambiar de “manos” a través de una nueva operadora aérea, y además de esto, Rafael Cáceres “Chapico”, el integrante número 8 del equipo, al no conseguir en su país el visado de la India, debería permanecer en el aeropuerto por más de medio día, “entendiéndose” con una cultura tan divergente como la de la India.


Finalmente algo de “descanso”, una buena ducha de agua tibia, buena comida y una CAMA, fueron el regalo que nos deparó esta parada en Delhi… una efímera estancia caracterizada por la constante lluvia que desde la madrugada bañaba las caóticas calles de la ciudad, sin embargo esto no varió en nada nuestro compromiso de encontrarnos con nuestra realidad, teníamos que continuar el viaje hacia Nepal y tomar el vuelo que nos habría de trasladar hasta Kathmandú, no sin antes superar todas las “triquiñuelas” para entrar al aeropuerto que sirve a esta de Delhi y tomar nuestro siguiente vuelo. Primero la policía, que difícil hacerle entender a uno de estos individuos que hoy día los boletos electrónicos se manejan a través de una computadora. Bueno, a fin de cuentas para un venezolano NADA ES DIFÍCIL, o mejor dicho “imposible”. Si esto fue difícil, imagínense lo complicado de que una aerolínea pueda entender como nos presentábamos a su “counter” sin equipaje y hacerles entender que nuestro equipaje se los “debiera” haber entregado Lufthansa para así completar su destino en Nepal, bueno “que importa”, a fin de cuentas aquí lo único que funciona es el tema del “Karma”, así que a esperar que este tema se resuelva de la manera más afortunada (Karmática) para nosotros, por ahora, sentado en mi habitación del “Kathmandú Guest House”, tres maletas se encuentran en el “limbo” aeroportuario del mundo asiático. Sin embargo, henos aquí, después de innumerables horas de viaje, de tantas ilususiones, sueños y esfuerzos en Kathmandú, lugar multifacético en el que todos hemos soñado alguna vez y para los que, enamorados de las montañas, siempre hemos tenido en nuestros corazones hurgar sus intrincadas calles y saborear sus exóticos rincones en busca del “Nirvana” que todos llevamos dentro.

Entre compras y visitas, entre ellas “algunas” al aeropuerto (en la búsqueda de las maletas perdidas), han pasado dos días, hoy en esta madrugada del día 14, escuchando la música de mi Ipod y mezclado al mejor estilo de un DJ profesional, la lluvia llena el silencio y la oscuridad de esta noche en la que ya el cansancio normal antes de nuestra salida hacia la montaña, nos hace más taciturnos y la cama acaricia nuestros pensamientos y movimientos, como invitándonos a sumirnos en ese sopor placentero de los sueños, sin embargo hago este último esfuerzo para saludar a lo lejos este relato en el que vale destacar… La aparición de TODO nuestro equipaje, tal vez la visita al templo de “Swayambhunat” surtió efecto al encontrarnos y participar en una pequeña ceremonia con el “Tulku” Tashi Rimpoche, en el que algunas recomendaciones y buenos augurios (Apoyados por algunas llamadas telefónicas de Aristides) fueron la antesala de la aparición de las últimas dos maletas que se encontraban extraviadas.
Si, estamos listos. Si el clima lo permite, y las oraciones de los lamas surten el efecto esperado, mañana salimos en el vuelo hacia el pequeño aeropuerto de “Lukla” y finalmente nuestras botas besaran el suelo del Himalaya y los equipos, comprados con tanto esmero, podrán darle forma a este lejano sueño que para muchos de nuestro grupo finalmente está en los albores de convertirse en realidad.

Día 15 de Octubre del 2013 6:30 am… Una situación digna del mejor festival de teatro que cualquiera pudiera imaginar. Como sonido de fondo, se mezclaba la voz ensordecedora de cientos de personas nerviosas que no saben que está sucediendo en el recinto y los detectores de metal enloquecidos que no dejaban de pitar ante la marejada de personas que los atravesaban. Las palomas cruzaban el recinto volando a su libre albedrío acostumbradas a este caos “ordenado” que se repite día tras día sin que nadie haga algo para evitarlo… es parte de la “diversión”.
        9:36 am… Entramos en la fase de “espera”, la incertidumbre llena nuestras mentes que se agolpan alrededor del equipaje, en espera de que algo suceda. Nadie sabe hacia dónde va cada grupo, pero todos queremos ir a algún lado, sin embargo, el tiempo pasa. Dos alemanas juegan “cartas” a mis espaldas y a la izquierda un grupo de chinos se deleitan con uno de sus “extraños” juegos (naturalmente con “palitos”), rodeados por unos cuantos curiosos que tratan de indagar la mecánica del mismo. Llamadas telefónicas van y vienen en todo el recinto, las miradas van de un lado al otro tratando de buscar un rumbo… una señal.
10:07am Fase de espera… en todo el recinto, entre los pocos asientos que dispone el asinado espacio, duermen varios de los agotados pasajeros, no más de los que hacen otro tanto en el piso.
11:11am La incertidumbre comienza a despertar junto al anuncio casi indescifrable de los parlantes, anunciando la cancelación de todos los vuelos hacia “Phokara”, por suerte esta ciudad se encuentra en el lado opuesto al que vamos, sin embargo, la incertidumbre siempre trae dudas… confusión, y en esto, los venezolanos somos maestros. El aeropuerto comenzó a convertirse en una especie de colmena en la que todos se movían de un lado a otro. Nuestra decisión… “el helicóptero”, a pesar de que esto aumentaría considerablemente el monto presupuestado para este traslado. 
15:00 Después de algunas maniobras casi indescriptibles parte del equipo y la carga se encontraba volando hacia “Lukla” y minutos después los restantes integrantes estabamos en el vuelo 235 de “Tara Air” con el mismo destino para finalmente a las 4:00pm, a pesar de cualquier pronóstico, estábamos reunidos en “Lukla”… inicio de lo que para nosotros era la “esencia” de lo que veníamos a hacer: estar en contacto directo con estas montañas y con su cultura tan especial, que siempre ha atraído a millones de personas a sus senderos, cumbres y pueblos, cambiando sus vidas para siempre.


3:00 de la tarde del día 17 de octubre en el “Café de 8.8482”, ya estamos en “Namche Bazar”, 3.400m en nuestra ruta de aclimatación, ya las conversaciones giran alrededor de temas relacionados a montañas. Muchos “trekkers” y expedicionarios se han retirado de las montañas motivado a las nevadas intensas que han vestido de blanco el “Khumbu”.


Ayer 16 dormimos en “Mondjo”, un placentero lugar a la entrada del Parque Nacional “Sagarmatha”, donde aparte del aroma del té con leche, mantequilla y sal (Tsampa), se mezclaba con un intenso perfume de café criollo de la “Fundación Proyecto Alcatraz” y el profundo sabor del ron “1796” de Santa Teresa, transformaron la noche en una verdadera fiesta de venezolanos.

Hoy 17 la cosa ha cambiado, en Namche Bazar, a pesar del mal tiempo, nos encontramos llenos de alegría, las mismas que nos transmiten todas las elevadas montañas que nos rodean… “Kantega”, “Kongdhori”, “Thamo” incluyendo nuestro primer contacto visual con la “Diosa Madre de la Tierra”, Chomolugma… el Everest.

18/10/2913… Ver el Everest (Sagarmatha) es entrar un mundo donde la dimensión del cielo cambia de forma, color y contenido. Su luz llena de sueños la imaginación y es como colocar un hermoso collar en el cuello de la mujer amada, haciendo resaltar sus labios, brillar sus ojos y llenar de alegría su sonrisa.
La nieve, que fue un verdadero problema para la gente que se encontraba en las montañas, para nosotros ha mostrado un paisaje verdaderamente espectacular, donde el horizonte se viste de blanco dándole poco acostumbrado para estas fechas.


Después de subir entre pinares y la majestuosa vista hacia el cañón del río “Duth Khosi”, llegamos a la meseta en la que se levanta el templo budista de “Thyangboche”, en el que bajo la mirada celosa de 2 parejas de águilas y un primer contacto con un grupo de lamas que se encontraban en los aposentos del templo, el “Rimpoche” (Abad mayor del lugar) nos recibió con un sencillo pero emotivo acto en el que bajo sus bendiciones continuamos el camino hacia nuestro objetivo final del día… “Pangboche”.
Atravesar el bosque de rododendros que rodea el camino hacia “Pangboche” es despertar los recuerdos de tantos pasos recorridos por estas montañas, se trata de un lugar donde la paz llena el corazón del caminante, donde, entre el follaje aparecen como duendes los “dheer” (ciervos almizcleros) y detrás de cada roca las “Dakhinis”, deidades protectoras” te acompañan de la mano enseñándote el camino correcto. Ayer 17 de octubre se cumplieron 20 años de nuestro primer ascenso al “Ama Dablan” y los recuerdos de nuestra estancia en este lugar llenaron de nudos mi garganta, una nueva oportunidad de pisar este follaje me llena de alegría y permite revivir tantos hermosos momentos vividos.
Uno de los puentes que cruzaba el río “Duth Khosi” había caído al perder la base de sustento rocoso en uno de sus extremos, lo que nos obligó a bajar al río y atravesarlo por un puente provisional de madera construido al viejo estilo nepalés. Al pasar las “estúpas” y el “Ghat” de entrada al pueblo, las luces de las ventanas de las posadas nos indicaban nuestra llegada a “Pangboche”, y luego de los innumerables saludos a los antiguos amigos del sector, nuestro grupo se diluyó entre los asistentes del salón riendo entre comentarios y risas sobre lo acontecido durante esta enriquecedora jornada.
Lentamente el día le dio paso a la noche y el “Ama Dablam” (madre de gran corazón) tímidamente nos daba la bienvenida entre un suave manto de nubes.
Los mantras llenaron la estancia y convirtieron nuestro día de descanso en “Pangboche” en un momento muy especial. El “Lama Geshe” llevaba a cabo todo tipo de ceremoniales, arrojando arroz al aire y quemando en su incensario todo tipo de hierbas para que los Budhas nos acompañaran en nuestras escaladas y el buen retorno a nuestros hogares, insistiendo en la importancia que tenemos como seres humanos y la necesidad de comenzar con cambios internos para poder generar así cambios en nuestros entornos. Cerramos la ceremonia con el recitar algunos mantras para el bienestar de Venezuela y, con toda la espiritualidad del momento, comenzamos el regreso hacia la posada y sumirnos cada uno en sus propios pensamientos, que se generaron en las horas pasadas.
A partir del 20 de octubre la tónica cambió, los 4.000m se sentían a cada paso. Nuestra llegada a “Dingboche” nos mostraba en realidad la intensidad de la nevada de los últimos días. A los lados de nuestra posada las montañas se levantaban haciéndonos sentir inmensamente pequeños. El frío nos hacia reunirnos desde temprano en el comedor transformándolo en una pequeña Babel en la que personas provenientes de los más diversos lugares del planeta conversaban en diferentes idiomas temas relacionados al mismo tópico… las montañas.
Hoy 21, todo ha cambiado, estamos a 4.800m, inmersos en un mundo blanco en el que los caminos se inundaban con el deshielo formando un liquido achocolatado que nos obligaba a movernos de un lado a otro tratando de evitar humedecer el interior de las botas. Ahora en una de las “peores” posadas de “Lobuche” la alegría venezolana contagiaba todo el ambiente con música, café y risas que convierte este gélido y oscuro ambiente en algo muy llevadero y agradable.
Todo el mar de gente que hemos encontrado en el camino confluye en un solo lugar, en el que 5 posadas deben dar alojamiento y comida a un volumen incomprensible de personas venidas de los más diversos lugares del mundo.
Hoy 22 de octubre nos encontramos en el “Lodge” (posada) “Snow Land”, a 5.100m de altura compartiendo en el comedor con aproximadamente 160 persona… Un espectáculo variopinto en el que todos los colores de la “paleta” de un pintor se mezclan en la variada vestimenta de los presentes que sería suficiente para dotar a todos los montañistas venezolanos. Nuestro siguiente objetivo, remontar un promontorio rocoso llamado… “Kala Pathar”, para desde allí poder observar uno de los espectáculos más bellos del mundo, el momento en el que el sol da el último beso a la tierra, en el punto más alto del planeta… El Everest (Sagarmatha), el cual enrojece su rostro bajo la mirada atónita de todos los presentes, que nos apresuramos a tomar las últimas fotos bajo el gélido ambiente que ha quedado luego de la retirada del sol, a los 5.600m de este lugar.
Ya entrada la noche, encontramos en el descenso lo que lógicamente no puede faltar en un ambiente en el cual, la imprudencia de los visitantes es una variable que comúnmente se puede observar entre el volumen tal alto de visitantes. Una persona con las fuerzas colapsadas y una lesión en uno de los pies, tuvo la fortuna de encontrarse con nuestro grupo, que diligentemente lo traslado hasta la seguridad de la posada.

Como último día de nuestra aclimatación, hoy 23 de octubre hemos ido a visitar el “Campo Base del Everest”, en el que solo una expedición coreana se aprestaba a intentar en la vecina “Época Invernal” la ruta Sur Oeste de la montaña… ahora, a las 4:30 de la tarde, casi todo el grupo ha dejado la posada para encontrarse con el equipo que nos acompañará hasta el Campo Base del “Lobuche” la próxima montaña que el grupo intentará escalar… hasta dentro de aproximadamente 6 días no les podremos enviar noticias, la tecnología aún no ha alcanzado estos lugares en el que nos encontraremos sin embargo, si quieren ubicarnos, les tengo buenas noticias… el “SPOT” ha comenzado a funcionar, pueden seguirnos a través de: http://share.findmespot.com/shared/faces/viewspots.jsp?glId=0lGTgzyV9BQXQ5MH05hXIsaKVckxoLlJK


 Tratamos de alargar nuestra salida lo más que pudimos, a fin de cuentas el Campo Base del Lobuche estaba a tan solo 1 hora de camino. Ya avanzada la tarde, un gélido valle, resto de una antigua laguna glaciar, nos esperaba. La nieve realzaba el brillo amarillo de nuestras carpas y nos obligaba a resguardecernos en la carpa comedor en busca de condiciones un poco más confortables que nos permitieran discutir los planes de ascenso a esta montaña. “Gombu”, nuestro “climbing sherpa” llegó comenzando la noche y muchas de sus sugerencias coincidieron con lo que nosotros ya teníamos previsto. El frío hizo acelerar los preparativos y todos nos fuimos replegando hacia las respectivas carpas para pasar la noche, era como si cada uno hubiera abierto la puerta de una nevera y dentro de su saco de dormir se preparara para pasar las siguientes horas a -10°C de la manera más confortable posible. El hielo cubría todo y solo las ganas de ir al baño obligaban a dejar la relativa comodidad del saco de dormir. Afuera, solo el silencio de las estrellas y el musical sonido de los cencerros de los “Yaks” que pastaban, eran testigos de tiempo y la gélida noche.
El día 26 de octubre, a las 6:45 de la mañana, el sol acariciaba tímidamente el techo de nuestras carpas y en la misma medida que aumentaba su calor, aumentaba la inquietud de todos los preparativos para el ascenso al “Campamento Avanzado”. Después del desayuno, una verdadera feria de equipos de escalada fue llenando los morrales, bajo la mirada acuciosa de cada uno de nosotros, evitando así exceso de peso y equipos innecesarios. Este obligatorio protocolo se alargo hasta poco después de las 11am, hora en la cual el equipo de escaladores junto al “staff” de cocina y los porteadores emprendieron lentamente el ascenso hacia el “Campamento Avanzado”.
Como de costumbre tan solo llegar al alto del collado, previsto para el Campamento, el “staff” de sherpas ya tenía preparada las bebidas calientes y la cena, que el equipo tan solo al salir del asombro ante el espectáculo que se abría hacia los 4 puntos cardinales, procedieron entre todos a montar las carpas correspondientes. Aunque suene raro ir a dormirse a las 5:30 de la tarde, más raro puede sonar salir a caminar a las 2:00 am, especialmente si hay que hacerlo a -12°C y bajo el innegable esfuerzo que implica caminar en la altura. Todo este esfuerzo bien vale la pena cuando el sol comienza a esclarecer las altas cumbres que circundaban el “Lobuche”, cuya cima se aproximaba a cada paso… Un encuentro sublime entre la noche y el día que bajo caricias y besos convertían la belleza de la noche en el imprescindible calor del sol. A las 7:00 am los primeros integrantes del equipo llegaron a la cumbre del “Lobuche East” con la alegría de un sueño hecho realidad, que se realizaba aún más a medida que un nuevo integrante del equipo pasaba a formar parte de ese manojo de sonrisas que incrementaba la alegría del objetivo logrado.
Entre fotos, banderas de oraciones, recuerdos familiares, las mentes tuvieron que “aterrarse” y emprender el regreso hacia el lejano “Campamento Base”, pero nada más agradable que ese cansancio que queda después del anhelado logro.
Ahora una vez más en Dingboche, disfrutando de esa modesta pero innegable comodidad que ofrecen los “Lodges” y sus anfitriones, un poco de calor de chimenea, algo de “rackshi” (licor de arroz local) y muchos comentarios y expectativas… hoy 29 salimos hacia el Campo Base del “Island Peak” (Inja Tse) y les daremos noticias a partir del 2 de noviembre, fecha en la que una vez más regresaremos a las facilidades de estos acogedores lugares del Khumbu.


El 29, las montañas se encendieron con todas las tonalidades de rosado, adornadas por un extenso velo blanco que contrastaba con el intenso azul del cielo… uno de los amaneceres más hermosos que tuvimos durante todos estos días. Las comodidades de Dingboche, un buen baño, buena comida y señal de Internet, parecían mantenernos anclados a este lugar, hubo que hacer un verdadero esfuerzo para emprender el camino hacia nuestro siguiente objetivo… el “Inja Tze” (Island Peak). Un camino empedrado en la margen izquierda del río “Inja Khola” iba adentrándonos hacia este profundo valle nevado que se extendía infinitamente hacia las fronteras con Tibet, y en cuyo centro se encontraba… el “Inja Tze”, vigilado por ese gran gigante, el “Lhotse”, cuya oscura sombra lo abarcaba todo bajo el manto helado de su mirada.
Hoy 30, aparentemente pasaremos el día en el campamento, el sol es nuestro único aliado y consuelo frente al fuerte frío y el creciente viento que ha comenzado a golpear las aristas somitales del “Inja Tze”. Las horas pasaban entre conversaciones que discurrían esencialmente sobre las realidades del montañismo en el mercado turístico nacional e internacional, complementado por la preparación de todo nuestro equipo de escalada que se extendía en todo el pequeño espacio de la carpa comedor. La “cena” no dejó esperarse y a las 6:30 ya nos estábamos preparando para buscar la mejor posición posible para intentar dormir las pocas horas que nos quedaban antes de iniciar nuestro ascenso hacia el “Inja Tze” (Island Peak), que según lo planeado debería ser a la 1:00 am.
Algunas voces del “staff” comenzaron a escucharse interrumpiendo la helada noche, indicando que la “lucha” comenzaba, lucha para salir de los “sleeping bag”, para vestirnos, para comer algo en tan inusual hora, en fin, era la hora para llevar a cabo nuestros sueños.
Las linternas rompían el oscuro velo que se extendía al salir de los límites de la carpa comedor. Como una hilera de penitentes poco a poco nos adentrábamos en los reinos de la montaña, un lacerante frío cortaba cada centímetro de la piel, congelando inclusive las ideas. Cada uno luchaba por el siguiente paso y lentamente la altura iba cediendo ante la voluntad de cada uno de los integrantes del equipo.
Los colores comenzaron a tener sentido y la monotonía de la luz de las linternas frontales fue dando paso a una fiesta de colores que danzaban  entre las notas del blanco enceguecedor hasta el azul profundo. Las horas pasaban y antes de llegar a la cumbre la pendiente final se levantó inclementemente como queriendo detener el paso, sin embargo lentamente, uno a uno fueron compartiendo la alegría de la cumbre de esta hermosa montaña. A las 8:00 del día 31 el “Imja Tse” le permitía a nuestro equipo alcanzar su cumbre, fotos, abrazos… mucha alegría, llenaban los corazones de todos los afortunados. 


El objetivo estaba cumplido, ahora el regreso, ese momento en el que “algo” de nosotros queda enterrado en la nieve, diluido en el aire. Ahora, sentado en la posada “Paradaise” de Lukla, todos estamos más “delgados”, algunos dirían que es por el esfuerzo físico nos ha hecho perder mucho peso, yo digo que son los “sueños”, esos que han quedado en los bosques de “Deboche”, en las cumbres heladas del “Lobuche” y el “Imja Tze”, los que han quedado atrapados en la mirada de cada humilde habitante de estas montañas… en los mantras de cada “mani”, los que han recitado los Lamas junto a nosotros… todo esto aligera el cuerpo y llena el espíritu de energía, esa que nos hará regresar a casa y lograr entender que los sueños no llegan solos, que hay que construirlos a cada paso, a cada respiro… en cada sentimiento.





viernes, 28 de junio de 2013

SANGAY... la montaña de fuego


Cuando sientes el aliento de una montaña, eres parte de ella y compartes cada paso que das con la esencia de lo que eres
        ECUADOR representa, emotivamente hablando, uno de los lugares predilectos dentro del montañismo suramericano. Escalar sus montañas se ha convertido en una tradición para el montañista venezolano que ha adoptado estas tierras como su propia patria. En esta oportunidad hemos decidido conocer verdaderamente a este país con lo que lleva en su interior… en efecto ese tradicional “Camino de los Volcanes” queremos convertirlo en un hecho visitando un volcán que realmente muestre la intensidad y vida que una montaña puede llevar en su interior, en esta oportunidad nos enfilaremos hacia el SANGAY.

El Sangay se encuentra ubicado en el parque que lleva su mismo nombre, de 270.000 hectáreas de extensión, se encuentra situado en la región centro oriental de Ecuador, en las provincias de Chimborazo, Tungurahua y Morona Santiago. Creado en 1979, es uno de los tres mayores parques del país, junto con el de Yasuní y el de Podocarpus.
El volcán activo Sangay es una de sus principales atracciones: tiene una altura de 5350 metros, y es el volcán que ha permanecido activo durante más tiempo en todo el mundo.
Por su ubicación, desde los picos nevados de los Andes hasta la llanura Amazónica,  al Parque Nacional Sangay, alberga una altísima biodiversidad y diferentes zonas climáticas y por ello que fue declarado por la UNESCO como Patrimonio Natural de la Humanidad. Además sus diferentes áreas son de espectacular belleza, en la parte de los Andes encontramos, flora y fauna endémicas, varias lagunas que por la actividad Volcánica de la región, han depositado sedimentos y dan origen a una diversidad de tonos en el agua que hacen los paisajes sobrecogedores y espectaculares.
El Volcán Sangay es famoso además por ser uno de los Volcanes más activos del Mundo. Su actividad constante se desarrolla ya por cientos de años y en los cuales también han habido periodos de gran actividad y grandes emanaciones de cenizas hacia los andes centrales. Desde el Campo base, por las noches es posible observar las rocas incandescentes que emana el cráter en sus constantes explosiones. Para llegar a la base del Volcán necesitaremos de 4 días de marcha desde Alao en la provincia del Chimborazo, cruzando valles, ríos y paramos pantanosos. A partir del segundo día de trekking ya podremos observar nuestro objetivo y disfrutar del espectáculo de sus erupciones hasta llegar a la base misma del Volcán donde instalaremos nuestro campamento final antes del intento de conquistar la cumbre. Las Jornadas son muy exigentes, por lo que una excelente condición física es indispensable.


         Una vez más recorriendo tierras ajenas, digo ajenas por hablar de costumbres ajenas a nuestro día a día, a la cotidianidad, esas en las que te sientes como si tuvieras siempre que aprender algo, como en efecto siempre lo haces... Eso es lo hermoso del asunto, saber que cuando ya pensabas que todo estaba aprendido, descubres que siempre hay algo nuevo.
En esta oportunidad sentí la necesidad de explorar más allá de lo que normalmente estaba acostumbrado al visitar tierras ecuatorianas y en efecto, heme aquí sentado bajo el entramado de una hiedra que se teje entre la pérgola que da sombra al patio de esta antigua casa de Otavalo, madurando la idea, esperando el momento.

Había llegado el momento de responder al llamado que esta tierra andina me hacia por descubrir el interior de unas montañas en ebullición, en la que la fuerza interna de un pueblo se manifiesta a través de sus volcanes... "El Sangay" es uno de los volcanes que se ha mantenido activo por más tiempo en todo el mundo, sus explosiones o mejor dicho sus erupciones se repiten consecuentemente todos los días y a pesar de ello, la montaña ofrece la oportunidad de llegar a su cima con relativa seguridad a pesar de la continua caída de piedras.

En el horizonte la silueta del "Tunguragua" humeando, no era más que un anuncio de lo que nos habíamos propuesto en los últimos meses... finalmente el camino de los volcanes nos llevaría a recorrer hermosos parajes que en la lejanía terminarían por colocarnos en las laderas de uno de los volcanes que por más tiempo se había mantenido activo en el mundo, ¡El Sangay!.

Riobamba, Licto, Pungalà y finalmente Guarguallà fueron los nombres que con sabor a 4 ruedas nos fueron acompañando durante la jornada del día 16, para finalmente llegar a finales de la tarde bajo un esplendoroso atardecer que pretendía robarle algo de su belleza al hermoso paraje que daría inicio a nuestra caminata del día siguiente.

El día 17 fue marcado por ser una jornada larga y silenciosa... silenciosa por mantenernos en un paisaje totalmente nuevo para todos nosotros. Al dejar Guarguayà comenzamos una bajada para, al cruzar la quebrada del mismo nombre, inmediatamente comenzar la subida hacia un extenso valle que poco a poco nos comenzó a adentrar a un mundo mágico y solitario donde la realidad y el sueño se tomaban de la mano. La entrada a este mundo estuvo marcada por mi encuentro con una anciana que me salió al paso desde la oscuridad de una choza indígena. Nuestro idioma fue un gesto y una sonrisa, entre ella y yo la brecha del lenguaje era nada con respecto a nuestro deseo de entrar en un breve contacto con un mundo totalmente ajeno y desconocido. No fue necesario saber que en "Quichua" ella me deseaba sus mejores augurios y yo en una lengua totalmente ajena para ella le deseaba otro tanto.

Paso tras paso fuimos adentrándonos en un extenso valle en los que los pajonales de hierba "Ugsha" dejaban entre ellos espacios forrados con pequeñas plantas que nos invitaban a descansos en los que el tiempo perdía su verdadera dimensión, como un canto de sirenas cada uno se sumergía en sus propios pensamientos hasta el punto de caer en cortos pero profundos sueños... Invitar a continuar la marcha se convertía en el reto del más fuerte, hasta que de pronto surgía la voz... "vamos" y cada uno a su propio ritmo iniciaba lentamente la marcha.

Adivinando en el extenso valle el camino, poco a poco fuimos ascendiendo hasta los 4.070 m. punto en el cual el altímetro casi no fue necesario, el frío indicaba la altura máxima de la jornada y que el descenso a nuestro próximo campamento "Plaza Pamba" había de iniciarse en breve. Los valles comenzaron a dar paso a un mundo de estrechas crestas y afiladas montañas. 9 horas que pasaron sin darnos cuenta. Fue el tiempo que nos tomó alcanzar el objetivo que nos habíamos propuesto en el día... El Sangay, que se había mantenido oculto tras las nubes nos dio la bienvenida, su aparición tras la luz rojiza del atardecer nos deleito para así completar la jornada con una gustosa cena y en una cómoda choza hasta el día siguiente. Tal vez nuestros sueños serían tan agradables como la realidad que nos había regalado el día que ya terminaba.

La montaña es un lugar de símbolos, que reflejan las realidades de cada uno de diferentes maneras. La mañana del día 18 inició con una especial panorámica del Sangay, a las 7:30 una suave erupción representaba un pequeño saludo a nuestra presencia. Nuestra caminata comenzó a las 9:50 y tan pronto iniciamos el recorrido, dos halcones curiosos comenzaron a sobre volarnos a escasos metros, convirtiéndose en un verdadero deleite al tener como fondo la espectacular montaña.

Las 6 horas de nuestra marcha del día 18 se caracterizo por un subir y bajar por estrechas y filosas aristas que nos adentraban a un mundo verdaderamente primitivo... Cada paso nos acercaba a un mundo primitivo en los que la vida parecía estar en sus orígenes, `la vida se limitaba a su estado más primitivo ya que la topografía del terreno no permitía ningún tipo de asentamiento... Era como si una bestia apocalíptica con sus garras hubiera llenado de cicatrices la faz de la tierra, con toda la sorpresa del caso a las 10 de la mañana nos topamos con un grupo de 4 suizos y sus 5 porteadores haciendo un recorrido por las remotas zonas del "Altar" y "Culebrillas". A las 3:16 El campamento de "La Playa" estaba ante nosotros, dos pequeñas chozas y un roído cartel de bienvenida eran el único testigo de este perdido lugar situado a 3.620 m en algún lugar de los Andes Ecuatorianos... A los pies del "Sangay".

Sentado en la cocina de nuestro campamento de "La Playa" a los pies del Sangay, miro en retrospectiva nuestra jornada y me doy cuenta de que esta es una gran montaña. Ayer noche, al percatarnos que el desnivel entre el campamento y la cumbre era de 1.500 m. Decidimos adelantar nuestra salida a la 1:00 de la mañana. Una noche digna de la mejor escalada, la silueta del Sangay nos acompañó durante toda la marcha, que transcurrió a lo largo de las pendientes cubierta de una corteza helada que rodeaban la montaña y hacían la marcha una verdadera proeza, a esto había que añadirle los continuos proyectiles de piedra que pasaban surcando el aire a altas velocidades y que en la noche solamente lo notábamos por su particular silbido o un impacto esporádico a cualquiera de los 8 integrantes del grupo, eran tantas piedras durante todo el día que parecía que el Sangay quería llenar toda la superficie irregular de la topografía de los alrededores. Afortunadamente todo estuvo bien y a las 7:20 llegamos a la cumbre el volcán nos dio la bienvenida con dos sendas erupciones que le dieron un aspecto más sobrecogedor al ambiente que nos rodeaba. El Chimborazo y los Altares hacia el Noroeste y la población de "Macas" hacia el Sureste. Después de un reposo en la cumbre nos apresuramos en el descenso que transcurrió por los arenales descongelados de la montaña, naturalmente sin descuidarnos un solo momento a un impacto inesperado de las innumerables piedras que ahora caían en mayor cantidad que durante la noche... La bajada, naturalmente, más corta que el ascenso, en 4 horas salimos a las pendientes herbosas de la base de la montaña, tomamos algún aperitivo y al llegar al campamento, comer, reírnos y dormir. Eran recuerdos de una montaña hermosa que logro despertar el fuego que todos llevábamos por dentro... El fuego de la aventura, el de la montaña.

Desde el cráter del volcán,  pocos minutos antes de llegar a la cumbre 
Jueves 20, día de comenzar a desandar el camino recorrido para llegar a esta hermosa montaña, era como destejer un sweter porque nos equivocamos en algún momento... Solo que en este caso no estábamos claro cual era nuestra equivocación. Un día esplendoroso junto a una inusitada actividad volcánica del Sangay era nuestra mejor despedida, poco a poco caminábamos por el lodoso terreno, cruzando uno a uno los pequeños ríos y a medida que nos alejábamos impresionantes erupciones llenaban el cielo del Sangay con grandes nubes negruzcas... Tal vez una nueva invitación para que en algún momento regresáramos y recorriéramos uno de los lugares más hermosos del Ecuador.


Son las 6:00 de la mañana, en la cocina de "Casa Sol" hierve la tetera, así como en mi bullen los recuerdos de unos días intensos pasados en estas hermosas montañas con aún más hermosas personas. Nuestro viaje está por llegar a su fin, sin embargo son experiencias que de una u otra manera recorrerán el resto de nuestras vidas enriqueciéndonos como personas, dándonos ese fuego interior que todos necesitamos para seguir adelante... Ese mis mismo fuego que en el "Sangay", mantiene viva la tierra que desde hace muchos años calienta la ilusión de los ecuatorianos y del mundo entero.

martes, 7 de mayo de 2013

MONTAÑA Y EQUIPO




Salir a la montaña, más aún si es la primera vez,  siempre trae consigo una serie de incógnitas entre las  cuales, la del equipo tal vez sea una de las más comunes  y esto, desde mi punto de vista, está totalmente justificado.


Ir a la montaña siempre representa ponernos en contacto con un ambiente que no es en el que cotidianamente nos desempeñamos, esto siempre nos pone en desventajas y "el equipo" es uno de los elementos esenciales para darnos ese poco de confort que hace que un ambiente, habitualmente "hostil", se haga más amigable y llevadero. En este sentido, antes de salir a la montaña tendremos que hacernos varias preguntas que nos permitirán ser más precisos en la selección de nuestros "equipo". Mientras más sinceros y certeros seamos en las respuestas a estas preguntas, más disfrutaremos y le sacaremos provecho a nuestra estadía en el lugar elegido. Al igual que en todo proyecto estas preguntas tienen que ver con "el Donde, el Como y el Porqué", en otras palabras, a donde iremos, como iremos (a pié, en carro, en mulas, en avión, etc.) y por último cual es el propósito de nuestras visita. Si queremos ahondar un poco más en estos aspectos podemos decir que conocer las características geográficas del lugar a visitar es el elemento prioritario que definirá las características esencialmente climatológicas de nuestro viaje... no es lo mismo ir a una travesía entre "Turmero y Chuao" que hacer el recorrido de las Mucuposadas entre "Gavidia y Santa María de Canaguá" igual que no es lo mismo ir a las "Cuevas de Alfredo Janh" que ir a escalar el "Pico Bolívar". En relación a ¿Cómo Iremos?, podemos decir que me refiero a los recursos que contamos para desplazarnos hasta el sitio elegido, incluyendo aquí las posibilidades internas que nos brindan los diferentes lugares en todo el mundo, bien sea a través del uso de porteadores nativos como la posibilidad de contratar "bestias de carga". Aquí hay que ser muy "suspicaz" ya que el uso de medios de transporte puede llevarnos a pensar que nos podemos exceder en el peso y la cantidad de nuestras vestimentas y equipos y no siempre es así. ¿Sabían ustedes que un porteador Pemón el área de Auyan Tepuy o Roraima no le gusta exceder su peso a más de 20 Kg? igual sucede con los "Sherpas" del Himalaya y la mayor cantidad de nativos andinos. De la misma manera es vital, si vamos a utilizar transporte aéreos verificar con las diferentes aerolíneas los limites de cargas permitidos. Finalmente fijarnos un objetivo en cuanto a las actividades que prioritariamente vamos a desarrollar evitará que no llenemos de esas cosa que siempre solemos llevar y nunca utilizamos con la típica excusa de que... "eso no pesa nada", sin darnos cuenta de que si sumamos varios "eso no pesa nada" tendremos un "eso si pesa algo".
Para comenzar con lo que en esencia me ha llevado a escribir estas líneas, el vestuario y el equipo de montaña, antes que nada quiero aclarar que me limitaré a dar una serie de "tips" sobre los elementos fundamentales del tópico, ya que tocar cada uno de ellos sería menester de un tratado que llevaría tantas páginas como un libro.
En relación a la vestimenta, creo apropiado puntualizar varias cosas, el algodón ha sido desplazado casi en su totalidad por una variedad de fibras sintéticas que van desde el "Dufold" hasta el "Coolmax" y el "Dryfeet", es decir, a la hora de escoger las prendas de vestir y para no sentirnos mojados durante la caminata del día (por la lluvia o el sudor) conviene tener en cuenta esto. En cuanto a las medias, hay modelos de "Coolmax" que dan muy buenos resultados y la marca "Thorlo" (http://www.thorlo.com/ws6/socks.php) las diseña de manera particular para cada actividad específica es decir: "Trekking", "Hiking", "Expedition", tienen la particularidad que adaptan el diseño del tejido a la forma del pié y se ajustan muy bien para así evitar ampollas en el deslizamiento con el calzado... hablando del calzado, este es uno de los dolores de cabeza más grande que tiene todo montañista y como yo digo, "podemos ir desnudos pero no sin zapatos", aunque quiero confesarles que conozco un grupo de amigos que "para estar en contacto con la conciencia cósmica" les fascina caminar descalzos. Con respecto al calzado y siguiendo mis más profundos instintos  ancestrales, siempre sugiero como el mejor calzado de montaña del mundo el ITALIANO entre ellos las marcas Scarpa, Sportiva y Asolo en cualquiera de sus modelos que se adapten a nuestras necesidades. Es importante destacar que el tema de la "impermeabilidad" en las botas en un país tropical es un elemento algo engañoso si tomamos en cuenta que el agua esencialmente entra por arriba y no por los lados... en efecto, cuando llueve, el agua que baja por las piernas es la que empapa nuestros pies y llena de agua las botas y es aquí el momento en que nos acordamos el "bojote" de dólares más que pagamos por esas fibras "impermeables" (Gore-Tex, Simpa-Tec, etc), cosa que no es así en otras prendas como chaquetas y pantalones... y ya que estamos hablando de ello y ya que estamos hablando de ello, las "chaquetas" tienen dos funciones principales: la primera, protegernos del frío y la segunda, protegernos de la lluvia. En el primer caso, una vez más las fibras sintéticas han desplazado a las naturales, aunque esto no necesariamente tenga que ver con la calidad sino más bien con otras características relacionadas más bien con precio, facilidad de mantenimiento, peso, etc., por mi experiencia personal hoy por hoy el material más versátil  es el "Forro Polar" o, dependiendo de quien lo fabrique, "Polar Plus", "Polar Ligth", que no es otra cosa que una fibra plástica (Polipropileno) expandida que por su efecto "voluminoso" ayuda a mantener el calor producido por el cuerpo y mantener al usuario a una temperatura confortable, aún en condiciones de humedad extremas, ya que fue utilizado por primera vez para abrigar a los participantes de regatas en los mares del Norte con el nombre de "NorthCape". 
Estas chaquetas o mejor dicho "vestimenta" (ya que se fabrican todo tipo de prendas de vestir, desde ropa interior hasta gorros y guantes) tienen además la ventaja de que pueden ser hechas en diferentes densidades de tejido permitiéndolas ser más o menos calientes dependiendo de las necesidades, otra cosa importante para los "verdes" es que el forro polar puede ser hecho de botellas plásticas recicladas, lo que le da otro motivo para ser un producto muy comercial... eso sí, para fríos extremos (-20º/-30º) ¡Plumón!, el mismo, el que le arrancan a los "gansitos" del pecho y la parte baja de las alas es muy ligero, muy agradable al tacto y... cariiiisimo (un punto a favor de los gansos). Un problema que tenemos que resolver al usar prendas de "Forro Polar" es el viento y tal vez la falta de impermeabilidad, aunque hoy en día los fabricantes han puesto a la venta la fibra "Winstoper", creada por los mismos fabricantes del "GoreTex" (http://www.goretex.es/published/gfe_navnode/es.prod.ws.prod.fl.html), es altamente recomendable una chaqueta impermeable... perdón quise decir "que transpire" es decir que permita salir el calor producido por el cuerpo pero no deje entrar el agua de lluvia o del ambiente. En este sentido, así como me atreví a no recomendar el "Gore-Tex" para el calzado, me parece indispensable para las chaquetas impermeables o rompe-viento, no siendo el caso de los pantalones ya que el pantalón es la pieza de la vestimenta, que a la par de los guantes, sufre mayor desgaste y maltrato, aparte de que la ropa más importante es la que cubre los "órganos vitales" es decir la que cubre nuestro pecho (camisas, chaquetas, etc.). Me atrevo a sugerirles que usen cualquier prenda de nylon reforzado en las piernas, es decir pantalones impermeables que, en caso de mucha lluvia, puedan proteger los pantalones "más o menos" secos y "tal vez" los pies también.

jueves, 21 de marzo de 2013

Técnicas de aclimatación



 Tomando en cuenta que los fenómenos meteorológicos presentes en las alturas (mayores a los 2.800 msm) tienen una influencia directa sobre el individuo que, ajeno a este ambiente, se dispone a realizar ejercicios físicos de mediana o alta magnitud (este es el caso del montañista), es importante puntualizar que después de considerables experiencias de carácter médico-deportivo, se han logrado precisar elementos que de una u otra forma permiten optimizar el proceso de "ACLIMATACIÓN" y "ADAPTACIÓN" a la altura. Tendremos en cuenta al primer proceso como una serie de cambios y respuestas transitorias por las que pasa el cuerpo antes de lograr cambios más definitivos y fisiológicos que le permitan lograr permanecer de una forma permanente o prolongada en la altura como es el caso de los Sherpas y otras etnias en el Himalaya y muchos de los nativos que habitan a lo largo de la cordillera Andina.
La mejor y tal vez única medicina para el

"mal de altura" es bajar.

Si observamos los resultados de rendimiento físico en las competencias olímpicas de "fondo" realizadas en Ciudad de Méjico (altura moderada de 2.240 msm) en el año de 1968, podemos notar que estos tuvieron un descenso de un 5 a 10 % de los estándares para la época. Las causas de esta disminución en el rendimiento físico del deportista, aún hoy en día no están muy claras, sin embargo se habla de factores como la disminución de la presión arterial, vasoconstricción pulmonar, etc... . En este sentido lo que sí se puede concluir es que hay una evidente disminución del consumo máximo de Oxigeno a nivel corporal (VO2 máx.), y es precisamente mediante este factor que podemos medir el rendimiento físico de una persona, por ejemplo, un montañista a una altura de +/- 4.800msm. (Pico Humboldt, Mont Blanc) no conserva más que el 70 % de la capacidad física que dispone a nivel del mar. En la cima del Everest (8.848 msm), esta capacidad se ve reducida a solamente el 20 %, cantidad apenas suficiente para caminar a un ritmo muy lento.
Es aquí precisamente donde mejor encaja la propuesta de que la buena condición física (léase como una mayor capacidad para consumir el Oxígeno) es un elemento indispensable a la hora de practicar la "Alta Montaña". En este sentido, gracias a la cantidad de experiencias que en la actualidad existen con respecto a las permanencias de expediciones a grandes alturas, he podido observar directamente con las visitas que anualmente he estado realizando a zonas de "Alta Montaña" (Himalaya y Andes), en compañía de montañistas "élite", y diferentes grupos de personas (con condiciones físicas entre Regular y Muy Buena), que siguiendo algunas normas sencillas, en los grupos no se han presentado síntomas graves de (AMS/ Mal Agudo de Montaña).

NORMAS DE "ORO" PARA UNA BUENA ACLIMATACIÓN
.- Una buena condición física es un elemento importante, que hay que tener en cuenta a la hora de visitar la "Alta Montaña"... ¿ Y por qué no al practicar el montanismo en general?
Relaciones entre "Presión de Atmosférica" y  "Volumen de 
Oxígeno atmosférico" referidas a la altura .
.- Los ascensos en alturas mayores a 3.000 msm deben realizarse de forma pausada tratando de que los cambios de niveles (para campamento o pernocta) no sean mayores a los 400 m diarios.
.- No permanecer mucho tiempo en alturas superiores a los 5.500 msm.
.- La utilización de algunos fármacos, bajo supervisión médica, es recomendada (DIAMOX /Acetasolamida, y analgésicos). y algún analgésico para eliminar o disminuir los acostumbrados dolores de cabeza de la altura.

Tenemos que partir de una premisa, el AMS (mal agudo de montaña) no es en
principio una enfermedad como tal, se trata de una señal de alarma que nos indica que el
cuerpo no posee condiciones elementales de funcionamiento, obligándonos así a tomar
medidas. En caso contrario, el AMS si puede transformarse en un proceso patológico en el
que los peligros más importantes son los edemas (cerebral y/o pulmonar). La experiencia
nos indica que ninguna persona esta realmente exenta de padecer AMS, sin embargo,
quiero insistir en las ventajas de poseer una buena condición física y llevar un proceso de
aclimatación progresivo, especialmente cuando se trata de alturas superiores a los 5.500
m. Es importante tener en cuenta, que como en toda enfermedad, el mejor preventivo es
eliminar la causa que la produce, en este sentido, la mejor y tal vez única medicina para el
"mal de altura" es bajar, es decir descender a alturas preferiblemente inferiores a los
3.500 m, en la mayoría de los casos este suele ser un remedio sorprendente e infalible.


Experiencias con el Diamox (acetasolamida)


            Desde que en 1991 participara en la primera expedición venezolana al Himalaya, cuyo objetivo fue escalar el pico Pumori, el uso del Diamox (nombre comercial que el laboratorio Lederle da a la Acetasolamida) comenzó a ser familiar para mi, especialmente porque debido a la cantidad de personas con las que suelo visitar zonas de alta montaña, la recomendación de su uso, para mi ya se ha hecho costumbre. En este sentido, he podido observar, no puedo negar que “hasta con cierto asombro”, la mayoría de los que lo han tomado (para no decir todos) han eliminado los incómodos efectos del “Mal Agudo de Montaña” y sus peligrosas consecuencias. A continuación quiero hacerles llegar una explicación técnica sobre lo que es el Diamox ya que debido a ser un diurético, la mayoría de los médicos no relaciona su uso con la práctica deportiva y menos aún si se trata de “montañismo”, por lo cual se sienten extrañados cuando les consultamos sobre sus beneficios en esta actividad, si este es el caso, les sugiero hacerles leer estas notas del doctor Armando Subero (Director médico de las expediciones Pumori 91 y Ama Dablam 93) publicadas en el folleto “Diversitas” # 2 de diciembre de 1995:
            “ La alcalósis respiratoria producida por la hiperventilación, conducía a un mecanismo compensador, eliminando bicarbonato por el riñón, para compensar la disminución de ácido producida por la perdida de CO2.
La Acetazolamida es una inhibidora de la anhidrasa carbónica, enzima encargada de liberar CO2 del tejido, que al inhibirse engaña al centro respiratorio, simulando un exceso de CO2 y mejorando la oxigenación como el equilibrio ácido-base a través del riñón. Los resultados publicados, señalan un beneficio importante con el uso de la Acetazolamida en la altura. Obteniéndose niveles arteriales de oxigeno superiores en un 20% en los sujetos que la ingieren, llegándose a decir que su uso equivaldría a bajar la altura del Everest en un 20%. Los resultados también indican, que la Acetazolamida no solo reduce los síntomas del EAM (Enfermedad Aguda de Montaña), sino que incrementa en altitud la capacidad de ejercicio y reduce la perdida muscular en grandes alturas.
Su utilidad se manifiesta tanto, en la prevención como en el tratamiento; la dosis recomendada es de 250 mg. dos veces al día, comenzando 24 horas antes de llegar a los 3.000m, manteniéndola hasta considerarse aclimatado en la mayor altura, o al descender a alturas menores a los 3.000m. En caso de síntomas de EAM se aumenta la dosis hasta 500 mg. tres veces al día. Sus efectos secundarios se limitan a “hormigueo” en la punta de los dedos, nariz, labios, orejas, etc..., que ceden  a los pocos días”.

            Como una observación, es importante mencionar que el DIAMOX (En Venezuela vendido comercialmente con el nombre de ACETAB), como todo diurético, y aunque este sea de acción moderada, produce un aumento en la perdida de liquido a nivel corporal (deshidratación), por lo que es conveniente aumentar la ingesta de sales minerales bien sea a través del aumento en la cantidad de bebidas o alimentos ricos en sodio y potasio.

sábado, 2 de febrero de 2013

ACONCAGUA 2013… “Centinela de Piedra”



El viento frio era testigo absoluto de la altura que habíamos alcanzado, al salir de la loma un cóndor surcaba el aire a ras de la verticales rocas que demarcaban el cañón del río Horcones, que esa mañana del 8 de enero representaba el inicio de nuestra verdadero intento por escalar la montaña más alta de los Andes. Habían quedado atrás todos esos incómodos momentos de preparativos, esperas y tramites gubernamentales que son dignos del mejor malabarista del “Cirque du Soleil”, había llegado el momento de dejarse acariciar por el viento, abrazar por los pensamientos y contar con el innegable apoyo de un equipo que poco a poco iría sumando pasos hasta poder lograr la tan anhelada cumbre.


Un excelente grupo al cual tengo que agradecer el haberme permitido compartir sus sueños: Amalia Carrillo Mattar, Viaviane Chonchol, José Antonio Camacho Alvarado, Giampiero Finazzo, Edgar Cerezo y la acertada compañía de Emeli Mattar.
Ese día 8 la caminata, lenta pero constante nos tendría que llevar poco a poco hasta el primer punto de aclimatación… “Confluencia”, allí, parte de nuestro equipaje esperaba ser desplegado para brindarnos el “confort” que junto a otros elementos de “Fernando Grajales” (Agencia que estaría  a nuestro lado para facilitarnos ciertos aspectos logísticos con los que podríamos, de una manera más cómoda, ajustarnos a los requerimientos de esta enorme montaña). La altura de “Confluencia” en la que los ríos provenientes de los glaciares Horcones Superior e Inferior se dan la mano, es un lugar ideal para iniciar esta importante fase de aclimatación en el proceso previo a escalar este coloso de piedra. 3.368m es una altura que no debiera molestar a nadie en este lento proceso, sin embargo, la calidad de las aguas del lugar y su alto contenido de “magnesio”, nos jugaron una mala pasada con Amalia quien, a pesar de no sentirse muy mal, pasó prácticamente toda la noche con malestar estomacal y fuertes vómitos, que solo se detuvieron al cambiar la ingesta de agua con botellas comerciales que por suerte pudimos adquirir en el mismo campamento.
El día 9 lo utilizamos para ascender lentamente hacia “Plaza Francia”… lugar que da inicio a la majestuosa “Pared Sur” del Aconcagua, 3.000m de desnivel separando verticalmente la base, de la cumbre de este gigante, haciendo de ella una de las rutas más difíciles y cotizadas de todas las montañas del mundo. El clima era auspicioso y el paisaje magnificente, los estratos geológicos se superponían en estas paredes gigantes para mostrarnos su intimidad a través de los siglos, mediante fuerzas desgarradoras que fueron capaces de levantar la tierra hasta formar a este coloso llamado “Aconcagua”.  En nuestro acercamiento algunos grupos ya comenzaban a perfilarse como nuestros contemporáneos en el ascenso al “Centinela de Piedra”, entre ellos argentinos, rusos, franceses, canadienses, japoneses y así un sinnúmero de expediciones que provenientes de diversos lugares del mundo compartían un mismo sueño, acariciar la fría superficie de ese punto que se daba por llamar… Aconcagua.
Al día siguiente, el 10, desde temprano empacamos nuestro equipo, desmontamos las tres tiendas de campaña y entregamos todos los morrales y bultos a los “muleros”, que a la orden de “Grajales”, se encargarían de trasladarlo al verdadero “Campo Base” del Aconcagua… “Plaza de Mulas”. El agua de “Confluencia” había estropeado el estomago de Amalia por lo que tomamos la larga y tediosa caminata hacia nuestro siguiente objetivo con toda la paciencia del caso. Poco a poco fuimos cruzando las extensas llanuras empedradas de “Playa Ancha” y al final de la tarde, las fuertes pendientes de “Cuesta Brava” fueron nuestro último obstáculo
 

antes de llegar a “Plaza de Mulas”. Las lejanas carpas y fluorescentes “mangas” que delimitaban los helipuertos vecinos a la estación de guardaparques y a la medicatura nos daban la bienvenida a un surrealismo en el que un improvisado concierto de “rock” llamaba la atención con pintorescos personajes celebrando el final de una nueva jornada al ritmo de una desatinada mezcla de flautas, tambores y cualquier otra “cosa” que pudiera brindar un sonido parecido a la “música”. Amalia y yo atravesamos un mundo de carpas, la mayoría identificadas con nombres de empresas prestadoras de servicios, hasta ver a Edgar y José, que agitando los brazos nos indicaban el sector correspondiente a “Grajales”… nuestro “hogar” para los próximos días. El “Staff” del lugar se presentó y nos asignaron así nuestra carpa comedor en la que discurrirían muchas de las horas antes de comenzar el ascenso hacia la cumbre de esta montaña. Eran las 9:15 de la noche y un enrojecido cielo se llevaba consigo el último rallo de luz del día y poco a poco el frío de la noche iba haciendo prepararnos para el merecido descanso, naturalmente no sin antes tomar una suculenta cena preparada por el cocinero encargado del campamento… Emanuelle. El sonido del cierre de la carpa tardó menos que nuestros parpados al cerrarse y sumirnos en un profundo sueño, solo una lejana “música” rompía el profundo silencio del lugar, que al salir el sol se descubriría como un sitio muy diferente al que habíamos encontrado. Un día de descanso bien merecido, nos obligó a cumplir con el compromiso del “chequeo médico” exigido por la “Dirección del Parque Aconcagua”, en el que todos presentábamos condiciones de salud óptimas exceptuando ligeras trazas de deshidratación aumentadas por el uso del “Diamox” como elemento preventivo del “Mal de Altura”. Esta fue una excelente excusa para aumentar nuestra ingesta de bebidas y dedicar las horas libres del día a comer, comer y luego… seguir comiendo. Dedicamos varias horas de la tarde a la selección y arreglo del equipo que al día siguiente tendríamos que subir a nuestro primer campamento de altura ubicado en “Nido de Cóndor”, una meticulosa selección nos obligaba en diferentes ocasiones a desprendernos de cosas que varias semanas atrás habíamos considerado indispensables… José me decía: ¿“Alfredo 6 medias”?, a lo cual yo respondía de manera inclemente… “No, solo 4”. Y así pasaban las horas y de igual manera el calor del día, dando una vez más el paso a un frío que nos hacia utilizar todo el equipo que disponiamos para ser utilizado en alturas mayores. Sueños, pesadillas, ronquidos cruzaban el frío y oscuro ambiente de la noche en el que solo nuestro saco de dormir actuaba como una gran coraza protegiéndonos no tan solo de la inclemencia climatológica sino de nuestra agitada mente, pudiendo así finalmente caer en el sueño profundo que verdaderamente nos hacía falta.
A pesar de la suave caricia de luz que llegaba a través de la delgada tela de nylon de las carpas, salir del saco de dormir se convertía en un verdadero reto a la voluntad de cada uno de nosotros, solo la obligación de comenzar la jornada, nos empujaba al aire frío matutino y al unísono, dentro de nuestra carpa comedor, todos aguardábamos a las 9:15 de la mañana, hora en la que el sol nos abrazaba con su calor e intensa luz. Como hormigas, todos los habitantes de “Plaza de Mulas” comenzaban a salir de sus carpas y a prepararse para la jornada… la nuestra, sería dura, nos tocaba hacer nuestro primer “trabajo de porteo” a “Nido de Cóndor”, 1.100 metros de desnivel que nos colocarían a 5.500 metros de altura para ir así, lentamente acostumbrando nuestros cuerpos a las duras condiciones de la altura. “Pole Pole”, “Vistari Vistari”, “Piano Piano”, de cualquier manera que se diga y en cualquier parte del mundo, nunca había sido tan cierto este “dicho” en el que se refleja la prudencia y el ahorro de energías que debe prevalecer en las “Altas Montañas”. Las pendientes que llevan a “Nido de Cóndor”, están surcadas por largos “zig-zags” que poco a poco van remontando la inclinada cuesta, que con morrales rondando los 14 Kg. se hace más fuerte de lo que tradicionalmente esperábamos. Por suerte, se trataba de dejar el equipo y regresar casi inmediatamente al “confort”  y la buena comida de Plaza de Mulas, para tomar 1 día adicional de descanso y recuperación y así finalmente el 14, avanzada la mañana, despedirnos de “Plaza de Mulas” hasta que, con la cumbre o sin ella, diéramos por completada nuestra aventura.
El sonido del helicóptero era prácticamente nuestro despertador en “Plaza de Mulas”, el aire frío de la mañana era aprovechado por los pilotos para cumplir con el sinnúmero de tareas que tenían asignadas… retirar las excretas acumuladas en todas las letrinas del lugar, realizar los rescates que fuesen necesarios, entregar provisiones y equipos, así como hacer traslados de pasajeros hacia la zona de “Horcones”. Una vez abiertos los ojos y darle rienda suelta a las emociones que rondaban nuestras cabezas, el sueño daba paso inmediato a las ganas de entrar en acción, esta era la única manera de “exorcizar” nuestros miedos e inseguridades, especialmente esa mañana del día 14 en la que ya tendríamos que despojarnos de todas las comodidades del Campo Base y emprender la escalada definitiva hacia la cumbre de los Andes. Poco antes de medio día, con un emotivo saludo al “Staff” Grajales emprendimos el ya conocido camino hacia “Nido de Cóndor”… lento, un paso daba chance al siguiente, una pendiente a la otra, alternando todo con periódicos y desordenados descansos y ese testigo ineludible, el tiempo, que era testigo de nuestro ascenso. Fui quedando rezagado admirando el innegable trabajo de José hacía al marcar el paso de una manera disciplinada y ejemplar al resto del grupo. Todos lo seguían y demostraban cuan acertada era su técnica para administrar las energías en este lugar en el que la altura marcaba la prudencia en el uso de este escaso recurso. Al final de la tarde ya todos estábamos en la “cota” correspondiente a Nido de Cóndor. Nuestra llegada se vio adornada por una sutil pero persistente nevada que nos obligó a apresurar los arreglos para pasar la noche y prepararnos para el descanso del día siguiente en el que permaneceríamos toda la jornada a esta altura para ver como respondía nuestro cuerpo a la altura y, en caso afirmativo, continuar con nuestro ascenso hacia el campamento “Cólera” (5.870m) el día 16.
Era 15 de enero, sabíamos que se acercaba la hora final, después de intentar encender una cocinita marca “Doite” y haber fracasado en el intento, nos tuvimos que conformar con pasar casi todo el día intentando hacer unos 14 litros de agua para distribuirlos en las botellas personales y preparar algo de comida… una tarea titánica que comenzó a crear inquietud en el grupo, que afortunadamente respondía muy eficientemente ante las inclemencias de la altura y el frío exagerado. Esa noche estuvo marcada por un fuerte viento que zarandeaba la carpa de un lado a otro haciéndonos esperar lo peor del momento. Entre un sobresalto y otro, la noche fue dando paso al brillo gratificante del sol que trajo consigo una merma en la fuerza que había traído el viento durante la noche. Escogimos solo lo necesario y enfilamos hacia el campamento “Colera”, que a pesar de ser solo 370m más alto, se hacía notar el efecto imborrable de la altura, cuyo único aliciente era que por cada metro ganado, era un metro más de proximidad a la cumbre. Al pasar el refugio “Berlín”, solo una pronunciada pendiente nos separaba del lugar donde pasaríamos las dos últimas noches bajo la incomodidad del frío, la sed y la altura. La noche del 16 el termómetro marcaba -15°C, lo que aumentaba la lucha interna por comenzar nuestra caminata a la hora prevista… 4:30am. Era como un sueño vivido, en el que como sonámbulos íbamos colocándonos uno a uno los implementos que utilizaríamos durante el ascenso del día hacia la cumbre. Lentamente entre susurros y el sonido del viento, nuestros pasos comenzaron a enfilar hacia la cuesta al mismo tiempo en el que tímidamente el sol iniciaba a inundar con sus caricias la superficie de las altas montañas que nos rodeaba… “Tupungato”, “Tolosa”, “Catedral” y muchos otros que daban al lugar la magia necesaria que nos permitía avanzar en nuestro “calvario” de esfuerzo y frío. Paso a paso, como ya se había hecho costumbre, José marcaba los pasos con la paciencia que le acostumbraba y poco a poco los metros para llegar al objetivo se iban acortando. Un ligero error me hacia tener que caminar sin “crampones” aumentando así la dificultad en las pendientes de mayor inclinación separándome así lentamente del grupo y, subyugado por el caluroso abrazo del sol, a la altura de “Piedra Blanca”, una gran roca me sirvió de “trono” para detener de manera definitiva mi marcha… era mi momento de regreso. Con la esperanza y el fuerte deseo por el éxito del resto del grupo, lentamente emprendí el descenso en busca de algún confort dentro de ese mundo de helados vientos y sensaciones extremas.
Una vez en el interior de la carpa, mis ojos se cerraron con el sueño del cansancio y el olvido hasta que, de pronto, una voz me sacó del letargo… era José que mencionaba mi nombre, el tiempo había sido muy corto para él haber llegado a la cima. Sin muchas preguntas pude percatarme de sus pies helados, las medias frías y húmedas denotaban que algo había pasado con sus botas y lo habían obligado a retroceder ante la posibilidad de males mayores… También él se tendió entre los sacos de dormir y a pesar del dolor de sus pies, fue siendo seducido por el intenso cansancio y sopor de la altura. Tan pronto la temperatura y el ánimo me lo permitieron, salí de la carpa para preparar agua, sabía que íbamos a necesitar mucha agua y también algo de comida. Agazapado en la entrada de la carpa poco a poco fui derritiendo nieve y acompañado de algunos saborizantes, el agua insípida y desmineralizada de los neveros se fue convirtiendo en ese acostumbrado sabor a comida y bebida que reconfortaría nuestros cuerpos.
Acercándose las 10:30 de la mañana, la figura de “Giampi” apareció en la lejana pendiente y no tardó mucho en alcanzar nuestro campamento… él también había desistido de su intento por llegar a la cumbre, debido al fuerte viento que soplaba en las proximidades de la “Canaleta”. A partir de ese momento, nuestras miradas no se separaron de las pendientes que conducían a la cumbre. Amalia, Viviane y Edgar eran los tres restantes del grupo en los que nuestras esperanzas estaban colocadas. Las diferentes cordadas que habían salido en la madrugada fueron apareciendo una a una y tratábamos de indagar entre ellas sobre el destino de nuestros tres compañeros, los colores de sus chaquetas, la forma de caminar, sus estaturas, se transformaron en un juego de azar entre nosotros. Finalmente cerca de las 6 de la tarde sus tres figuras llenas de entusiasmo aparecieron ante nuestros ojos y en poco tiempo, entre abrazos y llantos nos confirmaban lo que tanto habíamos estado esperando… 

Jueves 17 de enero a las 14:42, Amalia Carrillo M., Viviane Chonchol y Edgar Cerezo lograron alcanzar la cima del “Centinela de Piedra”, ahora solo quedaba comer, beber, descansar y huir a tierras más cómodas. Aún nos faltaban 5 días para llegar a Mendoza, sin embargo, ya rondaba en nuestras mentes el sabor a comida fresca y buen vino. El baño de agua caliente, las cobijas limpias y cortos paseos por las calles de la ciudad eran ahora el aliento para dar el siguiente paso, más adelante ya pensaríamos en nuestro nuevo objetivo… que seguramente compartiré con todos ustedes.