miércoles, 14 de diciembre de 2022

KILIMANJARO... por las nieves de África

 

Kilimanjaro... por las nieves de África

“El tiempo pasa volando” ha dejado de ser una simple frase cuando viajas a Tanzánia. Trabajo acumulado, horas de apuros, de un país a otro, son los elementos característicos cuando se trata de movernos hacia el continente donde muchos aseguran que comenzó todo… África.

Si inició la vida o no en las planicies de “Olduvay”, eso no lo se, lo único que me atrevo a asegurar es que para muchos de nosotros un sueño comienza a tomar forma en nuestras mentes con la palabra Kilimanjaro y lugares como: Tanzania, Serengueti y Ngorongoro, poco a poco se van haciendo familiares en la jerga común durante las fechas cercanas a este viaje. Siempre se comienza a darle un poco más de importancia a los entrenamientos físicos y los encuentros a lo largo del Ávila (nuestra montaña predilecta), se hacen cada vez más frecuentes.

Cuando te sientas en la butaca del avión que inicia este viaje, entiendes bien todo este rompecabezas llamado “Kilimanjaro”. Todo comienza a tomar forma y las horas de esfuerzo se consolidan en un objetivo que poco a poco confluye en un solo deseo… llegar a la cumbre de la montaña más alta de África. Dejando atrás todas las escalas en los países más diversos, que dependen del punto de origen del viajero que, confinado en un pequeño asiento del avión, se puede decir con toda certeza que “los sueños vuelan muy lejos” y tal vez… muy alto. Una mezcla de horarios, lenguas y gente rodean este ambiente en el que hay que sumergirse cada vez que se comienza uno de estos proyectos a lejanas tierras. En cada oportunidad se tiene el privilegio de acompañar a personas que comparten inquietudes y deseos muy parecidos a los tuyos. A pesar de esto, nunca sabemos con qué nos encontraremos en estas remotas tierras que, con una cultura diferente a la nuestra, nos abren sus puertas hacia... "Las nieves de África.

“Africafé”, es un excelente lugar para iniciar la jornada en Arusha, agobiados por buhoneros, tráfico y polvo. En este rincón de la calle “Buma”, el tiempo se detiene durante algunos minutos escondido tras el exquisito aroma del café tanzanes. Las fotos, que se repiten una tras otra, quieren atesorar el momento que difícilmente se pueda repetir.
Una carretera, que de no ser por el manejo estilo “Inglés”, pudiera parecer a cualquiera de las vías del Oriente venezolano, nos lleva desde el Hotel hasta las inmediaciones del pueblo de Machame, en cuyas proximidades se encuentra la entrada al Parque Nacional “Kilimanjaro”. Allí confluyen grupos de diferentes nacionalidades que, luego de un simple y rutinario chequeo en las oficinas del parque, comienzan el ascenso hacia el objetivo del día… el campamento “Machame”.

Una frondosa selva nublada nos va llevando poco a poco hacia el final de la jornada. Algunos “monos azules”, entre las ramas de los árboles, juegan curiosos ante la mirada asombrada del visitante. Poco a poco la densa vegetación va dando paso a arbustos más pequeños, entre los cuales, y de manera casi repentina, un brillo blanquecino deja entrever la silueta inequívoca del coloso africano. No hay la menor duda se trata de… “Las nieves del Kilimanjaro”.  Su magna visión obliga a detener la marcha por algunos minutos y así apreciar con mayor claridad la presencia de este importante objetivo que materializa de manera contundente el sueño de los visitantes. Esta alegría se incrementa al percatarnos que a los pocos minutos aparecen las carpas ya armadas, indicando la llegada al campamento.

7 Horas de sueño suelen ser un lujo en la montaña, sin embargo el día comienza temprano por estos lugares. El ceremonial de arreglar el equipo para que los porteadores puedan salir temprano, obliga a cada integrante a apresurar la salida.

Una subida moderada entre arbustos y una polvareda causada por la sequedad del ambiente contrastan de manera radical con el día anterior, las horas pasan sin casi darnos cuenta por la presencia encantadora del Kilimanjaro contrastando con el azul intenso del cielo. Después de unas 5 horas aproximadas aparece una extensa explanada rocosa, que anunciará el final de la jornada… estamos en “Shira Camp”, lo único que queda es encontrar un buen sitio de acampada entre todas las carpas del lugar, y finalmente, después de refrescarnos y tomar un buen té caliente, disfrutar el hermoso paisaje que se extiende hacia todos los puntos cardinales, emergiendo de un mar de nubes que cambia de colores a medida que avanzaba la tarde.

Subir a “Lava Tower” no representa mayor esfuerzo que el que la altura de 4.500m pudiera exigir sobre todo sabiendo que hay que descender más de 600 metros de desnivel y para así dormir a tan solo 100 metros de desnivel más que la jornada anterior… a pesar de que esto pudiera parecer un “hándicap” en el ascenso a esta gran montaña, es la mejor manera de lograr una aclimatación apropiada para la dura jornada final que nos llevara a la cumbre. “Lava Tower” es una mole rocosa formada por el flujo de magma desprendido por el Kilimanjaro en antiguas erupciones.
Un valle lleno de “Senecios”, plantas típicas de esta montaña (muy parecidas al “frailejón”) le dan a esta zona del recorrido cierto aspecto semejante a los páramos andinos de Venezuela… la aparición de estas plantas son la mejor indicación de que estamos cerca de llegar a “Barranco Camp”. Este lugar de acampada se caracteriza por la aparición de algunos antílopes que son atraídos por el aroma de la comida que producen los campamentos. La noche va dando paso al nuevo día que suele iniciarse con la entonación de la voz “grave” de alguno de los porteadores cantando en lengua Zwahili la canción del Kilimanjaro. Lo único que nos obliga a salir de las carpas es el siempre anhelado envase de agua caliente, que a primera hora de la mañana lleva el personal, a cada carpa, para la higiene personal. Una vez preparados para iniciar la jornada, el Kilimanjaro en todo su esplendor, suele ser el marco perfecto para un excelente amanecer, en el que nos espera una de las subidas más “divertidas” del recorrido.
El nombre de “Barranco” nunca tiene tanto sentido, apenas se sale del campamento una “subida”… si es que así pudiera llamársela, nos lleva al campamento “Karanga” donde la carpa comedor nos espera con un merecido “lunch” caliente… tanto “consentimiento” no puede ser en vano, ya la altura hace cada vez más exigente la marcha y el objetivo del día, “Barafu”, lugar que aún se encuentra muy distante. "Barrafu" está aproximadamente a 8 horas de marcha desde "Barranco".

Un inhóspito lugar lleno de piedras a 4.600m. de altura es la antesala del último campamento antes de comenzar la última jornada de ascenso a la cumbre más alta de África. Las carpas tienen que buscar lugar entre las rocas, para apiñarse y encontrar una ubicación privilegiada en los escasos puestos de acampada que hay en “Barafu” el último campamento .

10:20pm, 11:15pm... 11:45,  y la ansiedad obliga al desvelo, a hurgar la noche con la esperanza de que las horas pudieran acelerar el paso. Repentinamente una voz se oye en medio de la oscuridad, tal vez la misma que nos arrullara cantando en días anteriores, de madrugada nos obligaba a despertarnos con la frase: “Good morning Baba… Tea is ready”.  La hora de despertarse ha llegado, la lucha contra lo más profundo de nuestros corazones comienza, el miedo, el cansancio, el frío y todas esas emociones que se esconden y esperan el justo momento para manifestarse. Un poco de té caliente moja tímidamente nuestros labios, tratando de darle vida a las intenciones por comenzar a caminar hacia el objetivo que meses atrás nos hemos propuesto. En la noche, solo se puede apreciar un collar de luces que adornan la tenue silueta del Kilimanjaro serpenteando lentamente hacia su cumbre. En las noches despejadas, las estrellas brillan en el cielo indicándonos la dura batalla que se está comenzado a desarrollar en cada montañista, en contra del desgano y el frío. Cada paso es un paso más que nos acerca al techo de África…  a “Uhuru Peak”.
“Stella Point” (El borde de la boca del cráter del Kilimanjaro) podría parecer el final del camino, sin embargo, no es más que un símbolo de que el camino aún no ha terminado… nunca termina. En este representativo lugar, “el Coloso” abre su cráter para mostrar su corazón al visitante para darle fuerza en la consecución de su cercano anhelo… la cumbre del “Uhuru”, el lugar en el que África toca el cielo y abre las puertas a todos sus misterios. Cuando ya las fuerzas parecen estar a punto de abandonar la intención, unos carteles anuncian con una claridad sorprendente que de allí hacia arriba no hay más camino, que, para los sueños… era la cumbre del Kilimanjaro. Las fotos quisieran atesorar el momento, sin embargo los sentimientos no se fotografían, tal vez una sonrisa sea suficiente pero cada sentimiento da pié a un motivo y este a una emoción.
El regreso es inminente y los pasos comienzan a regresar hacia la tierra deslizándose uno tras otro al encuentro del largo retorno que está fijado para este día… “Mweka Camp”. Dejar deslizarse por los arenales podría resultar placentero si no se tuvieran sobre las espaldas más de 10 horas caminando, y todas ellas sobre los 4.500 metros de altura. En “Barafu”, nuestro último campamento, el personal de expedición, suele esperar al visitante con una bebida caliente, algo de comida y un pequeño descanso para poder así continuar la dura jornada hacia zonas más placenteras, en las que la vegetación misma agradece rebosante el agradable clima de alturas más bajas.

Al día siguiente las horas suelen pasar lentamente, será el final de nuestra visita a esta noble montaña y la realidad se fijará en nuestros corazones a través de los recuerdos. Ahora se trata de comenzar una nueva etapa y de recuperar los “kilos” perdidos, es como si nuestros sueños pesaran mucho y hubieran quedado en las pendientes del Kilimanjaro. Arusha nos espera, cansados pero llenos de imágenes y recuerdos que de ahora en adelante llenarían ese espacio anhelado en algún rincón de nuestras vidas. Y así extasiados, los caminos y carreteras de tierra van dando paso al tradicional asfalto y la delgada tela de las carpas sustituido por las frías paredes del hotel.


Ahora las pendientes del Kilimanjaro se convertían en sabana y las nieves en rojos atardeceres… el Serengeti nos abre sus puertas, pero esa historia será en otra ocasión.

Información detallada de este programa para 2023:

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