jueves, 5 de marzo de 2020

GLACIARES... Los fantasmas de las montañas venezolanas





 Curso de Alta Montaña en el "Glaciarde
Timoncito" diciembre de 1980
A temprana edad y por motivos familiares, siempre que viajaba a la ciudad de Mérida, mi vista se regocijaba frecuentemente con aquellas manchas blanquecinas que se posaban permanentemente sobre las lejanas montañas de la Sierra, crecí con ellas, sin embargo, yo crecía y ellas empequeñecían. Casi no me di cuenta pero el destino… y también mi pasión me llevo a caminar desde el año de 1974 por los picos nevados de la Sierra Nevada Merideña. Ese hermoso Glaciar de Timoncito fue mi escuela de aprendizaje y más adelante, a mediados de los años 80 lo utilizábamos con frecuencia para transmitir todas esas técnicas que había aprendido en otras latitudes. La Garganta Bourgoin, la retadora ruta del Glaciar Norte del Bolívar y que decir de todas esas rutas que rodeaban a los colosos de la “Corona”… los picos Humboldt y Bompland, inclusive valdría la pena hablar también del tímido glaciar de la Concha.
Foto del explorador venezolano Charles
Brewer Carías en la Cara Este del Pico
Humboldt en 1977
No se cuando, pero de repente dejé de dictar cursos en el Glaciar de Timoncito, el glaciar se había hecho tan pequeño que las abundantes rocas eran un peligro para los que intentaban caminar por sus mermadas nieves, y así tuve que mudarme hacia el Glaciar Norte, que poco a poco se fue haciendo tan vertical y peligroso que nos fue imposible continuar con esta importante labor didáctica. Pero eso no fue todo, ante mis ojos incrédulos uno a uno fueron desapareciendo nuestros pequeños glaciares, tanto así que en una oportunidad durante el año 2009 intenté realizar la ya acostumbrada escalada por el Glaciar Norte del Bolívar y, la mayor sorpresa fue encontrarme que los “crampones” y “piolets” que había dispuesto para facilitar la escalada no habían sido necesarios… un “boquete” de rocas había quedado al descubierto dividiendo esta gigantesca masa de hielo en dos.
Vista del Glaciar Norte del Pico Bolívar en 1980
Más sorpresivo fue el caso del accidente ocurrido el 2 de julio del año 2000 en el que perdieron la vida 5 jóvenes integrantes del Grupo de Rescate Enrique Bourgoin al ser arrastrados por un “Alud de Placas” ocurrido en el glaciar Nor-Oeste del Pico Humboldt. En efecto los glaciares se están retirando y a una velocidad que nuestra imaginación parece no acostumbrarse… las montañas cambian de rostro. No se trata de nada nuevo, ya en 1930 el ingeniero y geógrafo venezolano Alfredo Jahn, presidente de la Sociedad Venezolana de Ciencias Naturales, había hecho acotaciones de sus observaciones durante el lapso de diez años. En diferentes oportunidades había estado conversando al respecto con el gran explorador venezolano Charles Brewer Carías y viendo sus impresionantes fotos durante su igualmente memorable escalada al Glaciar Este del Humboldt nos asombramos permanentemente del radical cambio acontecido en nuestras montañas andinas, nos paseamos a la vez por diferentes teorías que se desenvuelven entre la ciencia ficción y las más sofisticadas mediciones atmosféricas y satelitales… lo cierto es una sola cosa, los glaciares están desapareciendo y este fenómeno golpea con más fuerza a las zonas tropicales, donde Venezuela ocupa un importante lugar. Gracias a algunas notas que me facilitó Ana de Bellard, hija de Eugenio de Bellard Pietri, él nos comenta sobre algunos factores concomitantes que ya se han hecho una contante entre los investigadores: “Entrada en una nueva era de calor, disminución de las áreas verdes en todo el planeta, aumento del espesor de la capa de CO2 atmosférico (efecto invernadero), destrucción paulatina de la capa de ozono, y no dudo de que a estas no se puedan añadir varias más de menor importancia”.

Vista del Glaciar Norte del Pico Bolívar en 2010
Apartando la gravedad de los cambios que se han producido y que producirán, desde el punto de vista ecológico la perdida de los glaciares en diferentes partes del mundo, especialmente en Venezuela, las montañas no han dejado de ejercer su encanto pero cabe destacar que cada día nos encontramos con un ambiente diferente que nos obliga a adaptarnos a un fenómeno indetenible y a tomar medidas en pro de una conducta más consecuente con el daño ambiental que hemos ayudado a generar en estos frágiles ambientes.