miércoles, 9 de abril de 2025

La Montaña… “Escape o Realidad”.




Algunas personas utilizan el calificativo de “tiempos difíciles”, yo hablaría más de una realidad tangible, que tenemos en la palma de la mano. A la pregunta que habitualmente muchos me hacen… ¿Porqué eres tan fanático de la montaña?, creo que no me queda otra respuesta que, es algo inherente a mi “naturaleza humana”. Un poco de cultura, tradición, curiosidad y tal vez “necesidad”, me han hecho tradicionalmente buscar una vía de “escape” de esa realidad en la que nos encontramos sumidos, la misma que nos induce a permanecer encerrados en nosotros mismos y a aislarnos de nuestro entorno. En un círculo en el cual nosotros mismos nos hemos encerrado, permitiéndonos creer que nuestra casa es el sitio más seguro o que el trabajo corporativo es el más productivo “económicamente” hablando. Hemos convertido el aspecto económico en nuestra prioridad de vida, olvidándonos de otros motivos esenciales dentro nuestra realidad natural.

Cuando utilizo la palabra “Natural”, quiero referirme a ese aspecto muy personal que nos une a lo que “realmente” somos, un elemento más dentro de esa cadena llamada vida, en la que lo que sucede a nuestro alrededor es parte de lo que nos sucede a nosotros, a pesar de tener la capacidad de creer que somos tan “importantes” que podemos modificar cualquier elemento que forma parte de esa gran cadena llamada vida.

Bueno, vamos al grano… cuando camino en la montaña, puedo sentir la fuerza misma de la vida, mis limitaciones físicas y las mentales derivadas de ello. Puedo sentir más de cerca los elementos naturales que me rodean y la fuerza que ellos tienen sobre la vida. Puedo sentir la lluvia y aprender a leer su “ciclo” a través de las nubes, entender su ciclo y la importancia que tiene el agua en nuestras vidas. Llego a sentir el aroma y la caricia del aire, pudiendo notar la pureza del aire y como hemos deteriorado esta pureza en nuestras ciudades. Puedo notar mi fragilidad ante una tormenta y entender lo pequeño e insignificante que pueden ser los esfuerzos humanos en “controlar” nuestro destino, a pesar de tener estaciones experimentales en el espacio, satélites y realizar viajes a Marte. En este punto cualquiera podría pensar… ¿Y que tiene que ver todo esto conmigo?, yo pudiera responder: nos distraemos en cosas que pensamos son importantes (grandes) y nos olvidamos de los pequeños detalles. Yo, particularmente, cuando voy a la montaña, puedo olvidarme de muchas cosas que me distraen de mi objetivo principal: Traer un poco de “paz” a mi vida, palabra que para mí se traduce en felicidad, la felicidad que puedo sentir dándome cuenta de todo lo que me rodea, mis hijos y sus diferencias, mi esposa, valorar la presencia de mis amigos, estar consciente de la necesidad que tengo de un entorno “sano” y sobre todo saber lo “frágil” que soy en esta aventura que llamamos “Vida”.

Últimamente, los fenómenos sociales y económicos, nos han hecho volver la mirada hacia muchas de las cosas que he estado haciendo referencia anteriormente. Hemos comenzado a volver la mirada hacia los ambientes naturales pero, con una conciencia “urbana”, hemos aumentado nuestro sentimiento de cercanía hacia los mares, las montañas y los grandes espacios, sin embargo, cuando nos acercamos a ellos, los queremos adaptar considerablemente al confort y las comodidades de “las ciudades”, de nuestro día a día, y nos olvidamos que lo “natural” nos exige una preparación que cambie lentamente nuestra forma de actuar, nuestra cotidianidad. Tenemos que prepararnos poco a poco, irnos adaptando a entender que no somos más que lo que tenemos en nuestro entorno, por lo tanto, tenemos que ser

gentiles, amables… compasivos con ello.

Nuestras estructuras están tan deterioradas que se exige un cambio inminente, naturalmente esto no se logrará de la “noche a la mañana”, exige un aprendizaje y una práctica constante, y es aquí donde la “montaña” juega un papel fundamental como “escuela”, naturalmente, para que este aprendizaje logre su efecto de una manera positiva y efectiva, hacen falta los recursos apropiados y una disposición a “desaprender lo aprendido”, o más bien yo diría a resistirnos a continuar la hegemonía de los “lideres” mundiales que nos obligan a creer en las mentiras del “centralismo” y las fronteras. El mundo se nos hace cada día más pequeño y los ambientes naturales más escasos y deteriorados.

Ha llegado la hora de tomar una actitud más cónsona con lo que somos y entender que la Montaña… es una necesidad, no un escape.