Primer ascenso venezolano
“Si se preguntara a cualquier alpinista cúal es, para él, la montaña por excelencia, seguramente responderá: el Cervino. “Cima ejemplar”, según una expresión de Gastón Rebufatt, no podría decirse mejor. El Cervino es ejemplar por su forma, ideal de sencillez y de armonía que lo convierte en el modelo y la más bella de todas las montañas. Y lo es también por la historia de su conquista que presenta el dramático desarrollo y la pureza de una tragedia”. Georges Sounier
Honrando los 150 años del primer ascenso al "Cervino"/"Matterhorn" el 14 de julio de 1865, realizado por la cordada dirigida por el Sr. Edgar Whimper, quiero dejarles este relato sobre el primer ascenso venezolano a esta montaña que ha sido símbolo del alpinismo mundial. Espero que lo disfruten, como nosotros así disfrutamos su escalada...
Julio de 1980: "A raíz de un fortuito viaje a España, con el motivo de asistir a un curso realizado por la Federación Española de Montañismo (FEM), al cual asistía como invitado, comenzamos a especular sobre la posibilidad de escalar alguna montaña europea.
Julio de 1980: "A raíz de un fortuito viaje a España, con el motivo de asistir a un curso realizado por la Federación Española de Montañismo (FEM), al cual asistía como invitado, comenzamos a especular sobre la posibilidad de escalar alguna montaña europea.
Al
finalizar el “Curso de Capacitación para el Profesorado” de la FEM, me
encontraría con un gran compañero de escalada venezolano… Raul Castillejo.
Efectivamente ambos habíamos decidido visitar el “Cervino” o “Matterhorn”,
nombre propio que dan italianos y suizos a una de las más hermosas montañas del
mundo que es confín de los dos países.
Cara "italiana" del Cervino (Cara Sur) |
El
19 de julio, proveniente de Cuenca, llegó Raúl a Barcelona (España), para así
iniciar nuestra salida hacia Italia. Afortunadamente Europa cuenta con la
ventaja de una maravillosa red ferroviaria, lo que facilita enormemente la
movilización entre sus fronteras. Aprovechando esta facilidad, partimos el día
20 en horas de la tarde hacia París, y después de un cómodo viaje de 11 horas
30 minutos (Un poco menos del tiempo que tarda un colectivo para llegar de
Caracas a Mérida), llegamos a la gran capital francesa, lugar en el cual el
arte, la historia y la cultura se mezclan para dar lugar a un mundo cosmopolita
que podría bien llamarse… la capital del mundo.
Una
vez en París, el día 21 nos dirigimos a una de las más grandes tiendas
existentes en Fracia, en el ramo del montañismo… “Au Vieux Campeur”, 4 locales
repletos de material de todo tipo: libros, carpas, morrales, botas y todo lo
que un amante de estas lides pueda imaginar y… desear. En el momento que
observábamos perplejos todo aquello, Raúl me preguntó: ¿Es que acaso nuestras
montañas andinas no son tan importantes como los Alpes?
Efectivamente
Raúl tenía razón, a pesar de que los Andes conforman una de las cadenas
montañosas más hermosas del mundo, aún en Venezuela contamos con escasos
lugares para equiparnos y mejorar nuestra seguridad y nivel dentro de esta apasionante
actividad… el Montañismo.
Al
atardecer, cuando ya miles de luces comenzaban a llenar la vida parisina, nos
dirigimos hacia el terminal ferroviario, para tomar un tren que nos llevara a
la ciudad fronteriza de Chamonix y finalmente movernos hacia Italia, hacia… El
Cervino.
A
las 7:47 de la mañana del día 22, quedamos perplejos al ver el paisaje que se
levantaba ante nuestros ojos, el pueblo de Chamonix, capital mundial del
deporte de montaña, ya que fue desde aquí desde donde partieron las primeras
“cordadas” que conquistaron en el año de 1786 los 4.807 m. del “Mont Blanc”,
dando así origen al “Alpinismo”. Esa mañana, todos aquellos nombres que tanto
habíamos leído en revistas, libros y fotografías, desfilaban delante de
nuestros ojos: La Mer de Glace, Las Aiguilles de Chamonix, Las Jorasses. Era
algo extraordinario, estábamos viviendo momentos de historia y leyenda.
Nos
ubicamos en un modesto hotel y después de tomar un suculento desayuno, nos
dedicamos a la obligatoria y placentera tarea de conocer tan hermoso pueblo, en
el que solo la industria turística desmedida, añade una nota discordante a las
maravillas que nos rodean. Naturalmente, entre todas nuestras visitas no podían
faltar las gratuitas al Club Alpino Francés y al Grupo de Alta Montaña.
El pequeño pueblo de "Breuil" a los pies de la "noble montaña" |
A
la mañana siguiente, después de que el sol nos saludara con su esplendor y las
montañas francesas nos dieran un último adiós, partimos ansiosos hacia nuestro
objetivo… El Cervino. Tomamos un bus, que atravesando el túnel del Mont Blanc,
pasaría a Italia, desde donde, a partir del pueblo de “Chatillon”, comenzaríamos
a palpar el terreno donde se gestó la conquista de esa noble montaña. A las
12:30 aproximadamente, llegamos al tranquilo pueblo de “Breuil” (Cervinia) y
luego de ambientarnos un poco y conocer sus principales calles, nos dirigimos
al “Club Amici del Cervino”, para informarnos de manera precisa una rápida y
segura ruta hacia la cumbre de nuestro objetivo. Las personas encargadas de
atendernos nos explicaron la ruta de una manera detallada, tanto así, que horas
más tarde al comenzar a escalar íbamos encontrando, paso a paso, todos los
detalles que nos mencionaran. La ruta que nos habían recomendado era la misma
que en antaño habría de conducir las primeras tentativas de conquista hacia
esta majestuosa montaña.
Después
de haber obtenido toda la información necesaria nos apertrechamos con algunos
alimentos y emprendimos nuestra marcha hacia el refugio “La Rionde”, en el cual
habriamos de pasar la noche, para así, a primeras horas de la mañana siguiente,
intentar el “asalto” a la cumbre. Grandes cascadas y cristalinos riachuelos
eran la nota contrastante que junto al inmenso prado verde, que se extendía
como alfombra, a los pies del Cervino, daban al paisaje un aspecto novelesco. Al
llegar al refugio se nos ubicó en nuestra respectiva habitación, que con gusto
aprovechamos para tomar un merecido descanso hasta las 3:30 del día 24, que emprenderíamos
el intento por ascender a la cumbre del “Monte Cervino”.
Bajo
el prodigio celeste de una hermosa luna llena, comenzamos a sentir la monotonía
de nuestros pasos bajo la tenue luz de nuestras linternas. Ascendíamos por un
sendero bien marcado por los casi infinitos pasos de montañistas con el mismo
objetivo. Después de caminar aproximadamente 45 minutos, apareció en el haz
luminoso de nuestras linternas, una cruz con un pequeño epitafio que decía: “A
la memoria del gran Guía italiano Jean-Antoine Carrel, 25-08-1890”. Se trataba
del lugar donde falleciera uno de los más grandes hombres en la historia del
montañismo mundial, uno de los primeros conquistadores del Cervino, quien
extenuado por una fuerte tormenta, cayera sin vida después de haber conducido a
salvo a sus acompañantes de cordada. Esto sucedió en las mismas vísperas de
nuestro ascenso… 90 años atrás.
Algo
perplejos continuamos nuestro ascenso a través de fríos glaciares en los cuales
las pendientes comenzaban, momento a momento, a forzar su inclinación. Con los
primeros albores de la mañana, nos introdujimos en una canal “tubular” de hielo
que nos condujo al “Col del Leon”, lugar este muy próximo al refugio “Colle
Tournanche”. Llegamos al refugio a las 8:05am, confirmando así la exactitud de
los datos obtenidos el día anterior por el “Club Amici del Cervino”. Después de
comer algo de frutas secas y galletas, conversamos con unos versados
montañistas italianos que habían fracasado el día anterior en su intento por
llegar a la cumbre, debido a la lentitud de su cordada, recomendándonos así
apresurarnos si queríamos llegar a la cima, y que en caso de lograr alcanzar la
cima antes del mediodía, desistiéramos de nuestro intento.
En la cumbre del "Cervino" el 24 de julio de 1980 |
Inmediatamente retomamos nuestro ascenso y comenzamos a adelantar, una a una, las cordadas que nos precedían.
La escalada era muy técnica y “limpia”, los pasos más difíciles estaban
montados con sendas “cuerdas fijas”, lo que nos hacía avanzar con mayor rapidez
de la esperada. Continuamos la escalada que nos llevó finalmente al “Pico
Tindall”. De vez en cuando, el gélido viento ascendente de la “Cara Norte”, nos
golpeaba inclementemente el cuerpo. Ante nosotros se extendía la empinada pared
terminal de la cumbre. Eran ya las 11:45 y calculábamos aún 1 hora de ascenso…
decidimos continuar, las cordadas que
bajaban nos animaban a finaliza el ascenso. Eran las 12:20 del mediodía y a
nuestros pies se extendía un mundo gélido de grandes montañas blancas que nos
mostraban el paisaje alpino a plenitud. Hacia el horizonte se podía divisar el
maciso del “Mont Blanc”, al norte la legendaria ciudad de “Zermat” y al Sur “Breuil-Cervinia”,
donde finalizaría nuestra gran aventura.
La
cumbre era nuestra después de 9 horas de ascenso. Un sueño se había hecho
realidad y la más noble y ejemplar montaña del mundo nos había permitido
disfrutar el éxito de haber logrado su cumbre.
Apresuramos nuestro paso de
bajada, tanto como nuestros cansados cuerpos y la prudencia nos lo permitieron.
La ruta de descenso se hacía infinita. Nuevamente el “Pico Tindall”, el “Colle
Tournanche”, el “Vivac Benedetti” y aún el refugio se veía en la lejanía. Horas
más tarde, estábamos en el “Refugio Rionde”, donde nos apresuramos a pagar
nuestras deudas y emprender así apresuradamente la marcha hacia el pueblo de “Breuil”,
donde acampamos. No era la noche que hubiéramos deseado tener después de un
exitoso ascenso a esta hermosa montaña. El frío intenso de la noche, no nos
permitía conciliar un sueño reparador, sin embargo, así como llegó la noche, el
sol hizo su rápida aparición y con el apetito típico de una jornada agotadora,
nos aprestamos a desayunar con un buen pan integral, queso, yogurth y frutas.
Antes de emprender nuestro regreso, pasamos a saludar a nuestros amigos del “Club
Amici del Cervino”, quienes nos felicitaron por nuestro ascenso, que habían
seguido el día anterior por noticias que los Guías de Breuil les habían hecho
llegar y, nos otorgaron un “botón” de reconocimiento que dejó así para siempre
grabado en nuestros corazones".
- Relato publicado en la revista “MN” Año 6-No.68-Octubre 1980; pag. 18 y 19
No hay comentarios.:
Publicar un comentario