miércoles, 21 de diciembre de 2011

Riesgo y Motivación



El riesgo se ha hecho parte integral de nuestras vidas, aunque siempre ha existido entre nosotros, hoy por hoy, a pesar de los niveles tecnológicos que manejamos, nos acercamos cada vez mas a la incertidumbre sobre nuestro futuro y las diferentes circunstancias y actividades que lo generan. En este sentido América y más aun Sur América fue un continente que nació marcado por el riesgo, el riesgo de un proyecto absurdo que mandaba al traste todos los preceptos existentes hasta el momento. Arriesgarse a caer por el borde de un mundo plano puede ser el inicio de lo que hoy representaría vivir en una ciudad como la nuestras, en la que el delito rebasa cualquier razonamiento lógico.
En efecto, arriesgarse no es mas que estar dispuesto a reaccionar de una manera apropiada en una circunstancia cargada de impredictibilidad y esto es parte intrínseca del ser humano, lo que lo ha llevado a innovar, a salir de las cavernas y lanzarse al espacio sideral, a escalar las mas altas montanas y a invertir en valores y bienes virtuales. Es algo genético que llevamos dentro de nosotros. Tal y como lo comprobaron algunos científicos Israelitas al encontrar, dentro de las personas que solían tomar mayores riesgos, un gen llamado D4DR. Posteriormente corroborado por un grupo norteamericano que encontró un segundo gen que se encargaba de regular la ansiedad en este mismo tipo de personas.
Efectivamente con la aparición de nuestro sistema social, en el que la adquisición de bienes de consumo fue haciendo nuestra vida cada vez más confortable, llenándola de objetos muchas veces superfluos e inútiles, nuestra capacidad innata de asumir riesgos cotidianos fue desapareciendo y convirtiéndose en la capacidad de unos pocos, muchas veces consideradas personas apartadas de la realidad y amantes del peligro. Sin embargo, poco a poco nuestro sistema de vida fue tomando velocidades de progreso inusitadas. Donde la interacción de todos los países, sus economías e ideologías era cada vez más notable, fuimos adentrándonos en lo que hoy en día hemos dado por llamar “globalización”, un mundo virtual, basado en acuerdos de caballeros donde cada vez parece que las decisiones se tomaran segundo a segundo, donde el instinto ha superado a la razón y la capacidad de arriesgarnos se ha convertido en el arma fundamental para no detener este progreso. ¿Qué mayor riesgo que el de invertir, no nuestros bienes valores, sino los de otras personas, en títulos capitales cuyo comportamiento en el mundo es prácticamente impredecible?

La respuesta está en nosotros mismos, la velocidad del mundo nos ha exigido un nuevo elemento para sobrevivir a la vorágine social, en la que velocidad de respuesta de cada uno de nosotros a estos fenómenos que se nos presentan a diario y exigen arriesgar mucho de cada uno para poder superarlos. Esa respuesta es la MOTIVACIÓN. Elemento indiscutible que nos lleva a ser creativos y a buscar en la alianza con otros, la solución a esos riesgos que paso a paso encontramos en todos los niveles de nuestras vidas.
Si analizamos estas premisas, fácilmente podremos explicarnos el porque, en encuestas realizadas en los últimos años, el número de personas que se han sumado a la práctica de deportes de alto riesgo ha llegado a cifras sorprendentes. Muchos de nosotros necesitamos esa dosis de “adrenalina”, que nos permita reaccionar de manera oportuna en cada paso que damos, sin embargo... ¡ojo!, no quisiera que confundiéramos RIESGO con peligro y es aquí donde entra el factor MOTIVACIONAL a la palestra. Todo riesgo inducido o estimulado por una motivación puede ser considerado como un “RIESGO CONTROLADO”, es aquí donde nuestro conocimiento y capacidad de respuesta no pierde de vista los límites del éxito o del fracaso. Conocemos las posibilidades de las caídas, sin embargo sabemos como y con quien podemos apoyarnos y levantarnos nuevamente. Bien, aquí nos encontramos con el dilema: ¿Debemos tomar riesgos?, bien, yo diría más bien que debiéramos prepararnos para tomarlos, y la MOTIVACIÓN aquí es nuestro norte.

martes, 6 de diciembre de 2011

El Ávila… personalidad del caraqueño




Cuantos de nosotros no nos sentimos en deuda con ese verdor que nos abre los ojos todos lo días al despertar, que nos alegra la cotidianidad en una ciudad tan convulsionada como Caracas. Definitivamente “El Ávila” es parte de la personalidad del caraqueño y de muchos de los que viven a los pies de esta hermosa formación natural que debiera ser paso casi obligado del turista que visita la zona central del país y más aún el que escoge a Caracas como su objetivo. Al hacer referencia al Ávila me voy a circunscribir al perímetro que ocupa el parque nacional que lleva este mismo nombre ya que sino incurriría en la posible falta de tener que abarcar otros perímetros de la Cordillera de la Costa que no son parte de mi objetivo en esta oportunidad.
El Ávila es para el “turista aventurero” como una tierna madre que le cuida y le da dulces consejos para enseñarle el ABC de un mundo desconocido y a la vez hacer que este se transforme en parte de nosotros mismos. Esta hermosa montaña guarda para el caraqueño un sin fin de misterios, en los que el rumor del viento y las quebradas cercanas son sus confidentes, que con su claridad le incita al descubrimiento de ese mundo ajeno que paso a paso se abre ante su visitante. Caminatas que hoy día, podrían parecer insignificantes y efímeras, nos abren un mundo en el que nos embriagan los colores del lejano mar combinándose con el azul del cielo y el verdor de la montaña, tres mundos en los que gustos y deseos por descubrir nuevos horizontes hacen de este uno de los lugares más especiales en la “Gran Caracas” y Venezuela.
Es indispensable resaltar que el Ávila se encuentra en el Parque Nacional que lleva su mismo nombre, por cierto, nombre que viene desde mediados del siglo XVIII por uno de sus propietarios el Sr. Juan Álvarez de Ávila, pero no es sino hasta el año de 1958 cuando es declarado Parque Nacional, lo que “hasta cierto punto” le da la protección hacia una avasallante ciudad como Caracas y sus habitantes, además con esto se facilita que las autoridades le doten de una infraestructura apropiada para el solaz esparcimiento de todos sus visitantes.

En el Ávila hay posibilidades para todos, desde los ávidos excursionistas que tienen la posibilidad de encontrar caminatas muy sencillas (Sabas Nieves y Pajaritos) hasta las más complicadas como el Pico Oriental y/o Pico Naiquatá, este último el punto más alto de la cordillera de la Costa. También tienen cabida las familias que desean subir con mayor confort en VEHÍCULOS 4x4 hacia “Los Venados” o “Galipán”, partiendo desde la zona de Cotiza. Finalmente, para los que solo desean aproximarse de una manera más “tímida” a las bondades de este hermoso lugar, existe la posibilidad de tomar el teleférico desde Mariperez para así poder disfrutar no solo de las bondades de la naturaleza sino de las atracciones que este ofrece al visitante. No podría finalizar sin tocar ese camino que desde la costa (Macuto-La Guaira) va cruzando sinuoso hasta llevarnos a Galipán y a través del cual no podríamos dejar de mencionar a “Zoes y su museo de piedras soñadoras” y los exquisitos restaurantes de “Paquea”, “Granja Natália” y “Le Galipanier”. Existen gran cantidad de detalles que pudiéramos sugerirles pero eso será para un futuro próximo.